lunes 13 de mayo de 2024

Carta de lectores

En qué momento dejaste de mirarme

Un docente reflexiona sobre la velocidad de los tiempos actuales y cómo cambiaron aspectos fundamentales de la vida.

domingo 28 de abril de 2024
En qué momento dejaste de mirarme
Foto: ilustrativa.
Foto: ilustrativa.
Por Juan H. Tassara*

Entiendo la velocidad del tiempo, en realidad no sé si es que la entiendo o que no quiero ser parte ese ritmo que lo devora todo.

El otro día me preguntaba en qué momento dejamos de mirarnos. En qué momento las comunicaciones y los países empezaron a manejar su comunicación por redes sociales, como si fueran canales formales, serios, honestos y transparentes. Huele a que como no es “formal” puedo decir lo que quiero y cómo quiero sin importar la investidura, cargo o profesión que ocupo.

En qué momento la falta del respeto, el cancherismo y la prepotencia se transformó en una estrategia comunicacional. En qué momento pensamos que un CM es un Comunity Manager y no un Comunicador Mínimo y Moderno.

En qué momento perdimos el mejor de todos los sentidos… el común. No entiendo por qué algo tan simple como la empatía tenga que ser un adjetivo inalcanzable. No puede entender cómo en busca de un discurso lindo no podemos mirar y reconocer que hay personas que la vienen pasando mal hace años.

No entiendo en qué momento el docente perdió su capacidad de enseñar frente a un sistema que hace años prioriza lo social y no lo educativo, como si no hubiera organismos y estructura que se encarga de ello. No digo que no se tenga en cuenta, porque las emociones son fundamentales en el proceso educativo, Pero ¿También deberíamos enseñar algo, no? Aunque sea valores, que no es poca cosa.

En qué momento “la dirigencia” decidió que los estudiantes tienen que pasar de año para no perder la matrícula en los establecimientos. En qué momento pasamos de ser un nombre a un número… En qué momento un “Einstein” aprobó 10 materias en una semana, cuando en un año no pudo entregar al menos dos trabajos prácticos. En qué momento perdimos la capacidad de asombro.

En qué momento, varios docentes, sin querer queriendo, se transformaron en cómplices del mismo sistema que critican.

En qué momento construimos relaciones virtuales como si fueran personales y cuándo olvidamos los vínculos personales porque creamos un grupo de WhatsApp y nos hablamos por ahí. No entiendo por qué nos quitamos horas del día para hacer lo que nos gusta y en el balance diario le dedicamos 2 horas a mirar el celular.

No entiendo en qué momento mirar a los ojos se transformó en intimidar, en vez de valorar el diálogo. No comprendo lo difícil que es llamar a alguien en relación a mandar un mensaje y esperar que en algún momento me conteste.

Difícil era buscar el nombre en la guía telefónica, adivinar el nombre del titular de la línea y llamar al fijo hasta dar con la chica o chico que quería hablar/conocer…

¿Teléfono fijo? Eso sí que ya es un elemento en extinción.

Me pregunto cuándo fue el instante en que “tal vez”, “no sé”, “puede ser”, “después veo”, “en otro momento”, “ahora estoy ocupado”, “más tarde” o “termino esto y voy” coparon la agenda de respuestas de rutinas agitadas.

Me miro y no me veo; te escucho y no te miro; te leo y no te pienso; te siento y no me acerco; te necesito y no te lo digo; te amo y me da vergüenza decirlo; no sé si somos todos, o algunos, o pocos, o las redes o las relaciones, o el contexto, o el temor a preguntarnos en qué momento perdimos el control y la gestión de nuestras emociones, o mejor dicho cuándo podremos recuperarlas para cambiar esta realidad que todos cuestionamos pero no nos animamos a cambiar… aunque sea en el pedacito que nos corresponda.

Chau.

Te dejo una tarea:

Mirate con el corazón, dejá los ojos para no caerte y el cerebro para comprender lo que te está pasando!

 

Juan H. Tassara

Docente y Comunicador Social

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