sábado 27 de abril de 2024

Relatos de montaña

Una recorrida por el cerro Capón, de subida empinada y vista impagable

Tras una caminata exigente que inicia en la margen sur del arroyo Torrontegui, se llega la cumbre que está a unos 2 mil metros de altura.

domingo 12 de junio de 2022
Una recorrida por el cerro Capón, de subida empinada y  vista impagable
El sendero inicia en el arroyo Torrontegui y se mantiene empinado todo el recorrido. Fotos: Marcelo Martínez.
El sendero inicia en el arroyo Torrontegui y se mantiene empinado todo el recorrido. Fotos: Marcelo Martínez.

Por Claudia Olate / IG @olateclau

Fotos: Marcelo Martínez / IG: @marxelo.martinez

La segunda es la vencida, o la tercera, no importa. Mi primer intento de subida al cerro Capón fue un fin de semana con algo de nieve, pero soleado. Sabíamos que iba a cambiar el clima, pero hicimos el intento, aunque no lo logramos. Un viento blanco que no permitía ver más allá de nuestros propios pies y un frío que nos hizo arder las orejas, nos hicieron recular.

Habíamos quedado a pocos metros de la cumbre, así que me quedó picando el gustito por llegar. Siempre se sabe que no llegar hasta arriba del todo, es una opción. Por el clima, por cansancio, por desorientación, por falta de tiempo. Razones hay muchas. Pero creo que cuando pasa, queda esa espinita clavada que te hace volver.

La vuelta fue al fin de semana siguiente. Ya con un clima que aseguraba sol y solo viento suave durante toda la jornada. El sendero empieza en la margen sur del arroyo Torrontegui. Por el otro lado, está el camino que lleva al cerro Pontoneros.

La subida es empinada prácticamente desde que te bajás del auto. Algunas cintas en los árboles y pequeñas pircas, te guían, aunque en la primera mitad del camino, el sendero está bastante marcado.

El sendero empieza por la margen sur del arroyo Torrontegui y a mitad de camino, la vista ya es imponente. Foto: Marcelo Martínez.

Son unos cinco kilómetros hasta la cumbre. No tiene tramos expuestos, salvo, ya una vez arriba de la montaña, pero no hay que confiarse en su corta distancia ya que el desnivel es importante, de unos 1200 metros aproximadamente.

A mitad de camino, se cruza un bosquecito que no tiene señalización, o al menos, no la tenia en ese momento. En mi primer intento de subida, la nieve llegaba hasta arriba de la rodilla así que cualquier huella marcada en el suelo, ya no era guía posible. En el segundo intento, había todavía algo de nieve, pero ya sabía por dónde era mejor cruzar el bosque.

En la nieve que todavía quedaba, se notaban varias huellas. Algunas chiquitas, seguramente de zorritos y otras más grandes que seguramente serían de puma. Son recorridos que realiza poca gente por día, por lo que las probabilidades de encontrar animales, es más alta, pero no fue nuestro caso.

Antes de llegar al bosque, la vista ya comienza a mostrar lo que el cerro Capón tiene para ofrecer. El lago Gutiérrez, el cerro Catedral. Todavía se escuchan los autos que pasan por la ruta que se ve hacia abajo, como testigo de lo empinado del sendero.

Esquivando ramas y metiéndonos entre otras, pasamos el bosque y encaramos para el filo. De lejos vimos a dos personas que nos llevaban bastante ventaja, así que decidimos bajar un poco el ritmo para no llegar casi en simultáneo a la cumbre. Nada es más lindo que poder tener un ratito de soledad arriba.

El recorrido son unos cino kilómetros hasta la cumbre. Foto: Marcelo Martínez.

El terreno tiene esa característica de ser blando y con la helada que había caído, había una especie de fina capa que rompíamos al pasar, pero que, por tramos, hacía hundirte hasta los tobillos.

Todo cambia cuando te montas al filo que luego llevará a la cumbre. Todo este último tramo, es de piedras. Como había algo de nieve, decidimos faldearlo, para no sufrir resbalones innecesarios.

Después de unas tres horas y media de caminata, llegamos a la cumbre. Las dos personas que vimos desde lejos estaban todavía allí, pero ya preparándose para bajar. Nos acomodamos un par de metros más abajo para no salir en fotos ajenas y nos sentamos a descansar.

Ya estábamos en la cumbre principal, a 2057 metros según nos indicaba la aplicación, pero decidimos esperar para almorzar y caminar un poquito más, porque quien camina tres horas y media, puede caminar cuatro sin quejarse…salvo yo, que necesito comer constantemente así que hubo parada obligada para degustar unos alfajores, lo que iba quedando en realidad, porque en el camino ya había hecho un par de paradas gastronómicas.

La cumbre principal está a 2050 msnm. Foto: Marcelo Martínez.

Antes de salir rumbo a la otra cumbre, sacamos fotos, hicimos mapas mentales de dónde estaba tal o cual cerro y algunos videos que no pueden faltar. Seguimos viaje y unos metros más hacia el sur, paramos.

Ese fue el lugar elegido para almorzar. ¡Qué felicidad! A veces creo que lo que más me alienta a caminar y apurar el paso, es pensar en la vianda que llevo en la mochila. En este caso, pizza, café calentito y algo dulce para el postre. La combinación perfecta de las cosas que más me gustan: la comida y la montaña.

El solcito invitaba a relajarse. El viento no era más que una brisa. Entre las piedras improvisé una cama y me dormí una siesta mientras mi compañero de caminata hacía su magia con la cámara. Cada uno a lo que sabe.

De allí, pensamos cómo llegar a los otros cerros aledaños, el Lago, también el Confluencia con una vuelta más larga. Todas opciones que algún día pondremos en práctica. Siempre está bueno crearse esos recorridos en la cabeza para recurrir a ellos a la hora de salir.

La vsta desde la cumbre permite ver todos los cerros de alrededor. Foto:Marcelo Martínez.

La vista, imponente, como desde cualquier cumbre de montaña. El lago Mascardi se veía hermoso, de un azul profundo. El Tronador a lo lejos y hacia el otro lado, claro, el Gutiérrez, partes del Nahuel Huapi recortadas por el paisaje. Algún que otro cóndor revoloteó por encima nuestro un rato. Maravilloso.

Emprendimos la bajada después de un lindo descanso. Siempre las bajadas son haciendo “pata cross”, por supuesto, en los tramos donde caerse no implique más que un porrazo. Antes de llegar al bosque nos encontramos con dos personas más que subían con intenciones de ir a la laguna Hosseus, aunque no sabían si llegarían por el tiempo. Una breve charla y a seguir.

En la última parte, que te cansa para subir por el desnivel, las piernas también pasan factura por la bajada. Pero después de un rato de corridas y caminatas a paso rapidito, llegamos al arroyo nuevamente. Una enjuagada de cara y a casa, sanos, salvos y contentos. (ANB)

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