martes 19 de marzo de 2024

El nuevo #, reformismo permanente

En este escenario político nacional, el presidente Mauricio Macri impone su ritmo a la hora de llevar adelante los cambios.

domingo 19 de noviembre de 2017
El nuevo #, reformismo permanente

En algún momento mencionamos que el 2018 sería un año de reformas. Todo parecía indicar que el gobierno, pasada las elecciones de octubre, se concentraría en esa agenda. Pero los tiempos, los buenos resultados electorales y el #reformismopermanente (nuevo territorio de conversación en términos de comunicación) del gobierno adelantaron los plazos. Todo eso que iba a suceder, en gran parte ya está sucediendo.

Así como se hablaba de tratamiento exprés en la época del kirchnerismo (proyecto respaldado por el ejecutivo que tenía un fugaz paso por ambas cámaras y terminaba siendo aprobado en cuestión de horas), ahora tendría su versión amarilla ya que el oficialismo tiene entre manos que su paquete de cambios, pase raudamente por el Congreso antes que termine el año, o como algunos dicen, antes que asuma CFK el 29 de noviembre como Senadora Nacional. Nada puede quedar librado al azar.

En resúmen, el #reformismopermanente, se concentra por estas horas en:

*Reforma fiscal. Se firmó acuerdo entre Nación y provincias (menos San Luis). 
*Reforma Tributaria: presentada por el Poder Ejecutivo en la Cámara de Diputados. Comenzaría su debate en la comisión de Presupuesto y Hacienda -la única a la que tiene giro- la próxima semana.
*Reforma laboral: luego del acuerdo con la CGT, ingresó el proyecto al Senado para ser tratado lo antes posible.

Bonus track (para atraer inversiones):
*Mercado de capitales: ingresó en la semana, tuvo dictamen y tendrá media sanción la próxima.

Entonces parte de lo que pensábamos que sucedería el año próximo, pasará por una especie de tubo despejando dudas y previendo más tiempo para arrancar el 2018 con otra dinámica de trabajo.

Para que esto suceda, el Ministerio del Interior y el de Trabajo fueron artífices más que necesarios para lograr los acuerdos (secundados por el de Hacienda). Ambas carteras se montaron la negociación al hombro, logrando entre otras cosas, que el peronismo nuevamente vuelva a preguntarse cuál es su lugar en el mundo. Ya sea por el lado de los gobernadores, como de los propios sindicalistas, que quedaron en una encrucijada aún mayor de la que ya tenían. Qué hacer con este gobierno y cómo comportarse ante ellos serían algunos interrogantes. Si acuerdan pierden argumentos, sino firman quedan en evidencia (la provincia de San Luis y Pablo Moyano pueden dar fe de ello). Bienvenidos los nuevos desafíos que genera Cambiemos, hacia las dirigencias, inclusive la empresarial.

Un país acostumbrado a ser gobernador por el PJ en lo últimos años, donde el radicalismo tenía apariciones esporádicas, ahora encuentra a un gobierno con representatividad en todas las provincias, fortalecido electoralmente y con poco más de 15 años de vida como espacio (el PRO más que nada). Algo así como el hijo que se revela ante sus padres y le va bien. Entonces, los históricos partidos tienen que replantearse varias cosas, entre ellas, como ser una oposición más que constructiva. Una oposición que colabore porque la gente, el votante, espera eso de los dirigentes del SXXI. Si no se sientan en la misma mesa, y reconocen virtudes (como así defectos) del otro, difícil será que al menos tengan expectativas de poder. Estos principios de acuerdos son una lección para muchos dirigentes políticos.

El #reformismopermanente planteado semanas atrás por el Presidente de la Nación, vino para quedarse un tiempo. El próximo paso será legitimar lo que se anunció, con hechos concretos. Porque la comunicación política puede tener #, pero de nada sirven si lo que se dice no tiene un correlato (y un relato) en la realidad.

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