lunes 18 de marzo de 2024

El aula ha muerto, el paradigma de la serialización de los alumnos

Apuntes sobre educación, segunda parte; por Fernando Fernández Herrero.

sábado 23 de septiembre de 2017
El aula ha muerto, el paradigma de la serialización de los alumnos

Es pretensión humilde esta serie de columnas aportar materiales para enriquecer la discusión en marcha sobre la educación. Muchas preguntas nos atraviesan a los educadores cuando intentamos repensarnos, es imprescindible para poder hacerlo tomar distancia de lo cotidiano, y tratar de entender la construcción de sentidos que sostiene a la educación actual, esa que recibimos, aceptamos, proponemos y sostenemos los adultos, la que están recibiendo en este momento nuestros hijos. Es una tarea muy difícil porque pugna contra nuestro propio formateo, los valores que se reproducen por los medios, las ideas grabadas a fuego por el sistema como éxito, mérito, individualismo, premio y castigo, formación, el patriarcado, la supremacía occidental, el valor desde el tener, la naturaleza como un insumo, el deseo, etc.

Si pensamos que la sociedad en que vivimos debe ser mejorada, ese cambio empieza necesariamente, nos guste o no,  por la educación; es muy necesario entonces intentar mirar desde otra perspectiva esa maquinaria reproductora de la sociedad.

En la primera jornada del Encuentro Regional de Estudiantes, el filósofo Darío Sztajnszrajber desentrañó las estructuras profundas de sentidos que atraviesan la educación invitándonos a repensar las palabras “formar”, “alumno”,  “enseñanza media”, “estudiante”

 

Segunda parte de la conferencia brindada a más de 300 estudiantes de la provincia:

Quiero proponerles pensar algunas palabras, repensar dos o tres palabras, como una gramática de la escuela, palabras que me parece hay que reformular, ¿cuándo?, no sé, pero hay que hacerlo.

Primera palabra que a mí me hace mucho ruido, nosotros los docentes hace tiempo que utilizamos, para hablar de lo que hacemos, una palabra, que es la palabra que está presente en todas las instituciones, en todos los documentos, la palabra “formación”, se supone que los docentes venimos a “formar a los alumnos”, yo les pregunto, ¿ustedes no tienen forma?,…

¿Por qué se usa la palabra “formación” como si ustedes no tuvieran forma?, ¡es muy fuerte!...como si ustedes no tuvieran memoria, cuerpo, género, clase social, ideología.

¿No hay un preconcepto cuando usamos el verbo formar?, un docente es el que forma, o sea yo poseo una forma, y vengo con esa forma y a todos ustedes los “conformo”, como si fuera un escultor, porque todos ustedes son una masa sin forma, donde de algún modo en realidad los “des formo”, porque ¡les quito todo con lo que vienen!, esa forma de pensar al alumno como alguien amorfo, un ente, es una forma de “des singularizarlos”,  de quitarles sus diferencias, su singularidad, aquello con los que ustedes vienen, con lo propio. Lo que pasa es que es muy difícil para un docente, y este es un desafío, tener un aula de 30/40 y entender que cada uno tiene su historia, su particularidad, que cada uno viene en busca de algo. Yo entro a un aula de filosofía y doy una clase sobre la “libertad” y tengo 30 chicos, y seguramente muchos tuvieron algún problema con la idea de libertad, y seguramente hay un Juan que se acaba de pelear la noche anterior con su vieja porque le dijo que quería estudiar música y la vieja le dijo “ni a palos!, vas a estudiar derecho!” y el chico la dijo, “no, no, me muero!”, “no importa, vas a estudiar derecho!”, y llegó Juan y yo voy a ese aula a dar una clase sobre la libertad, sobre el debate sobre la libertad de los modernos y de los antiguos, sobreponiendo filosofía antigua con filosofía moderna, …¡le estoy faltando el respeto a Juan!, ¡si la acaba de pasar algo tremendo!, ¿por qué no lo escucho?,.. y la pregunta obvia del docente será ¿cómo hacés para escuchar a los 30 en 80 minutos?, …esos son los problemas estructurales que tiene la escuela!, no es culpa de los alumnos, ni de los docentes, ni de las autoridades.

La escuela está planteada desde un paradigma que es el de la “serialización”, un docente “serializa”, una serialización que tiene algún elemento positivo, de alguna manera esta bueno incorporar a todos en ciertas categorías comunes, ¡pero hay un límite!, cuando se pasa ese límite en vez de lograr alcanzar “lo común”, se hace todo lo contrario, se reprime la diferencia, repito la “la libertad de cada uno!” y la historia que vive cada uno en su casa, en sus sueños, …son diferentes.

“Formar”, basta! Basta con el verbo formar!, porque además es la idea que nosotros los docentes “poseemos la forma indicada” y es como que venimos con esa forma a “proyectarla” y como inscribírsela a cada uno a la forma, entonces violento la forma original que tiene cada uno  de antes porque voy con la mía y se la tapo!

Piensen que otro verbo usar en vez de formar:

“Instruir” es peor, “capacitar” es bien genrentocrático, vamos a capacitar nuevos emprendedores!, “moldear” es durísima, “Dictar clase” viene de la edad media, por eso se dice dictar clase, yo tuve un docente en la facultad que llegaba y estaba 4 horas sin levantar la vista dictando una clase que traía escrita, íbamos muriéndonos todos!, uno atrás del otro, dormidísimos, “estimular”, “crear”, qué lindo “crear”, “encaminar”, “dinamizar”, “facilitar” está buena también, “compartir”, “acompañar”, pero ya nos fuimos a la mierda de lo que es (perdón el término “fuimos”), esta idea escolar.

Faltan dos, una se usó mucho en los 90, que fueron años con su particularidad, en los 90 empezó a correr una palabra que se usó en todos lados que es “motivar”, el “motivador”, que tiene algo interesante, medio new age, la idea motivacional, un docente es una especie de director técnico, “vamos chicos!, vamos vamos!”, una especie de motivador que hace que el alumno encuentre, sin estudiar, sin nada, motivándose, es rara la palabra, aparte es muy personal en el sentido de individualista, la motivación no hace del aula un hecho social, hace del aula un conjunto de individuos que se motivan individualmente.

Pero a mí me gusta otra, la traigo de un ámbito más artístico, es “inspirar”, creo que en el aula un buen docente inspira, mis buenos docentes a mí me inspiraron, porque la palabra “inspirar” es una palabra que no está buscando esa violencia, que no está buscando someter al otro, ¡yo quiero formarte!, ¡yo quiero que vos repitas lo que yo digo!, ¡yo quiero que vos vayas para mi lado!, el que inspira casi da algo que no tiene, en esa famosa definición del amor, lacaneana, dar lo que no se posee, doy sin esperar algo a cambio, doy porque se me escapa, doy porque se me derrama, doy porque soy eso que soy y de alguna manera siendo lo que soy los otros toman.

Piensen qué docentes para ustedes tienen más autoridad, ¿los que pegan 3 gritos?, No, esos son autoritarios, que es lo contrario a tener autoridad, porque el que tiene autoridad no pega un grito, el que tiene autoridad da la clase, la da, “dar”, y uno “toma”.

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