sábado 11 de mayo de 2024

2 de abril

El veterano que lucha por la paz: "Yo no fui a la guerra, a mí me llevaron"

El excombatiente de Malvinas, José María Rodríguez, expone otro punto de vista, a través de sus recuerdos, su lucha en contra de las guerras y la búsqueda de la paz.

domingo 02 de abril de 2023
El veterano que lucha por la paz: "Yo no fui a la guerra, a mí me llevaron"
José María encontró contención en su familia y sus pares. Realizó un gran trabajo de análisis con muchos psicólogos y hoy, brinda charlas sobre su experiencia personal. Foto: José María Rodríguez.
José María encontró contención en su familia y sus pares. Realizó un gran trabajo de análisis con muchos psicólogos y hoy, brinda charlas sobre su experiencia personal. Foto: José María Rodríguez.
Por Camila Soldati

José María Rodríguez, siendo tan solo un adolescente de 17 años, empezó el Servicio Militar Obligatorio en Mar del Plata, el 11 de marzo de 1982. Tras una semana en el cuartel, sin ningún tipo de instrucción, donde solo les dieron ropa y algunas cosas más, José María salió una semana de licencia para rendir el examen de ingreso en la universidad, sin imaginarse lo que estaba esperándolo al regreso.

“Estuve diez días afuera y volví. Al volver no tuve instrucción tampoco, porque llovía mucho y se inundó el lugar”, recuerda.  El 2 de abril de ese mismo año comenzó la guerra entre Argentina y Gran Bretaña, por la soberanía de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur. 

José recuerda que el proceso de selección entre los que estaban en la colimba (corre, limpia, barre), fue muy aleatorio porque “¿quién puede estar preparado para la guerra? Nosotros menos todavía, porque éramos chicos que recién empezábamos”.

El 2 de abril de 1982, las tropas argentinas desembarcaron en las islas Malvinas, en busca de recuperar el territorio que había sido arrebatado en 1833 por las fuerzas armadas de Gran Bretaña. La milicia argentina ocupó el puerto Stanley bajo órdenes del gobierno de facto que gobernaba el país en esa época.

“Yo no fui a la guerra, a mí me llevaron”, destacó José María, quien llegó a las islas sin saber manejar un arma, ni distinguir un avión argentino de un avión inglés. “La guerra es algo horrible. Nos tratan de decir que el ser humano es un ser de guerra, porque en toda la vida de la humanidad siempre hubo guerras. Pero en realidad, la guerra no la desea nadie, los únicos que la desean son los poderosos que la generan. El deseo de cualquier ser humano es vivir bien, estar en paz”, dijo.

“Sobrevivir en la guerra fue muy difícil, por el hambre, el frío, el maltrato de nuestros superiores”, explicó. “Es algo horrible estar ahí, sin saber si vas a sobrevivir. A veces con ganas de morir para dejar de sufrir, con mucha hambre, mucho frío, sin un lugar donde cambiarte de ropa. Estuve 66 días con la misma ropa mojada”.

José María recuerda que tuvo dolor de muela, pero no había dentistas. Dormían con la ropa puesta, y sin sacarse las botas ni el casco, en pozos llenos de agua o refugios improvisados por tambores.

“Las bombas caían constantemente alrededor y nosotros atacábamos con los cañones. Fue una situación, que si bien te acostumbrás muy rápido a vivir de esa forma, es horrible”. Al regreso, los excombatientes no tuvieron el reconocimiento, el apoyo, ni mucho menos la contención del Estado, ni de las instituciones de las que formaron parte.

La guerra culminó el 14 de junio de 1982, con la rendición del bando argentino. Foto: gentileza.

No fue sino hasta el año 2000, que en el Congreso de la Nación se declaró por ley, al 2 de abril como el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas. El 21 de julio del 2005, Néstor Kirchner, presidente en ese entonces, firmó un decreto que otorgaba Pensiones Honoríficas a los Veteranos de Guerra del Atlántico Sur.

Con la rendición y la orden de replegarse hacia Puerto Argentino, a José María le llamó poderosamente la atención que los soldados ingleses caminaran entre ellos por la calle, sin odios ni rencores; como si el día anterior no hubiesen estado en guerra, disparándose. "Es horrible darte cuenta de que estabas tratando de matar a un posible enemigo por una orden, y que era una persona común, como nosotros. Eran militares profesionales, pero son personas".

Al volver, José María pesaba 15 kilogramos menos y tenía “la cabeza quemada”, además de que le costó mucho reinsertarse en la sociedad. “Volví a estudiar ingeniería, pero no pude. No me podía concentrar”.

El regreso de los excombatientes fue muy duro. Al tiempo de volver la gente los apodó como 'los locos de la guerra'. Los soldados comenzaron a reunirse y formaron los centros de Excombatientes, y empezaron a llamarse ‘Ex soldados Combatientes’ para diferenciarse. José recuerda que al iniciar con los desfiles, se juntaron con los militares y civiles excombatientes. “Ahí fue cuando nos empezaron a llamar a todos veteranos de guerra”, comentó.

“Mis viejos murieron hace poco y yo nunca pude hablar con ellos de lo que pasó. El Estado nunca se hizo cargo. Las cosas que conseguimos, y de las que estoy muy agradecido, como PAMI y las pensiones, las conseguimos por la fuerza y en años electorales. Nos dio la espalda mucha gente”, aseguró.

En el cementerio militar de Darwin fueron enterrados 237 argentinos de los 649 muertos en combate Foto: José María Rodríguez.

En el año 2014, junto a Alejandro, su amigo de toda la vida, con quien hizo la primaria y secundaria, y además fue su compañero de combate, José María regresó a las islas. Estuvieron una semana recorriendo el lugar, un tiempo que recuerda como muy difícil, plagado de recuerdos.

“Queríamos encontrar el lugar donde habíamos estado, y logramos encontrar nuestro refugio”. El 2 de abril fueron al Cementerio de Darwin, donde descansan los restos de los caídos argentinos, para rendir su homenaje. Entonaron el Himno Nacional. Lloraron. Se abrazaron.

 “A la noche hacíamos mucho silencio estando en la hostería donde parábamos y no charlábamos mucho del tema” mencionó. Unos meses después de la visita a las islas, José María y Alejandro llegaron a una misma conclusión.

“Yo no hubiera querido dar la vida por la patria. Yo quiero hacer otras cosas por la patria como las que hago actualmente: vivir, educar bien a mi familia, pagar impuestos, tratar de votar bien, comportarme como una persona agradable en la calle, ser bueno con mis vecinos, solidario con los que tienen menos, todo lo que hace a una persona de bien. Pero, dar la vida por un pedazo de tierra, no”.

El DNI de José María tiene una leyenda impresa que dice 'Ex-combatiente. Héroe de la Guerra de las Islas Malvinas'. "La guerra está mal, por más que le hayamos puesto voluntad. Y no importa si en algún momento estando allá, yo me sentí con ganas de matar ingleses o de defender esa tierra. La guerra está mal", expresó.

A 41 años de aquel hito histórico de nuestro país, José se convirtió en un luchador contra las guerras. Considera que hay otros caminos para solucionar los conflictos "porque sabemos que con violencia no se soluciona nada". 

"Viajando por el mundo te das cuenta de que el mundo es muy parecido, somos seres humanos. Son administraciones distintas y hay cuestiones religiosas, pero en lo diario, somos muy parecidos", destacó. En esta reflexión, en cuanto a los conflictos bélicos, José María piensa que es un despropósito, una pérdida económica, de tiempo y energía solucionar las diferencias con una guerra.

"Los conflictos se tendrían que resolver entre todos los países, como tendría que haber sido en la guerra de Malvinas. Se tendría que haber resuelto en la ONU o donde sea, pero no llegar a disparar tanto, a matar tanta gente".

Rodríguez se radicó en Bariloche en 1988, y propone que el 2 de abril sea una marcha en contra de las guerras. Foto: gentileza.

José María encontró su fortaleza y contención en sus grandes amores. Sus padres, su esposa y sus dos hijas, "las mellizas". En un trabajo de muchos años y también mucha terapia, al rodearse de gente "muy buena en los centros de excombatientes" aseguró que encontró mucha contención".

"No me cuadraba hacer cosas porque el resto lo hacía y porque quedaba bien. Llegaba el 2 de abril y llegaba cargado de angustia. Desfilaba, y al hacerlo al ritmo de una marcha militar pensaba, 'si fue horrible estar en una guerra militar, con armas'".

En un trabajo duro de análisis propio, de lectura -mucha de filosofía-, escuchando lo que pensaban y lo que le pasaba al resto de los veteranos y el ruido en su cabeza, decidió ir al psicólogo. "Si a uno le duele la rodilla, va al médico. Si te hacen ruido tus pensamientos, tenés que buscar ayuda. Tuve la suerte de poder hacerlo, y de poder escribir y hablar".

José nunca pudo hablar del tema con sus padres, "pero ellos me han visto desde arriba. Han visto el resultado, cómo criamos a nuestras hijas, qué clase de disfrutar la vida tenemos con mi mujer. Supongo que mis viejos se fueron contentos con eso", concluyó. (ANB)

 

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