sábado 20 de abril de 2024

Flores fósiles de Patagonia al mundo

Muchas fueron las flores encontradas en los últimos años, las cuales dieron mucho que hablar.

domingo 14 de mayo de 2017
Las flores son órganos vegetales.

Por Ari Iglesias y Mauro Passalia*

Las flores son órganos vegetales especializados para la reproducción sexual. Como poseen una vida corta, sus pétalos, estambres y consisten en estructuras delicadas, ya no requieren tener tejidos duraderos. Por esta razón, es muy difícil que las flores se preservan como fósiles. De hecho, es mucho más frecuente el hallazgo de leños, semillas con cubiertas duras e incluso hojas en el registro fósil. No obstante, bajo ciertas circunstancias, las flores también pueden preservarse como fósiles. Por ser órganos muy especializados, el estudio de las flores constituye una herramienta fundamental para la clasificación de las plantas tanto actuales como fósiles.

En los últimos años se han hallado nuevas flores en estado fósil en rocas de diferentes edades en Patagonia que han dado que hablar en muchos sentidos. Un hallazgo de estas características permite identificar con mayor certeza a un fósil vegetal y correlacionar la forma de vida de una planta con el ambiente pasado de una región.

Flor del tomatillo 

El tomate, la berenjena, la papa, el morrón, el tabaco y la “dama de noche”  se agrupan en una familia de plantas que se denomina Solanáceas.

Desde hace tiempo se sabía que el origen de esta familia de plantas habría sido en América, pero se pensaba que había ocurrido en alguna región tropical, hacía no tanto tiempo. Sin embargo,  un grupo de paleobotánicos de Argentina y Estados Unidos, este año (2017) dio a conocer el reciente hallazgo de la flor fósil de un tomatillo (científicamente conocido como Physallis) obtenida en el noroeste de la provincia de Chubut. El tomatillo, similar a un tomate pequeño pero envuelto en unas brácteas verdosas, se cultiva desde el período de los Incas en el Perú. Actualmente también se utiliza en algunas comidas de Colombia y América Central.

El nuevo tomatillo fósil se halló en una región actualmente de estepa árida de Patagonia, en rocas de un yacimiento de unos 50 millones de años de antigüedad; cuando Patagonia respondía a climas tropicales tan húmedos como hoy ocurre en la provincia de Misiones. Esto cambia mucho la historia de este grupo vegetal: las solanáceas se habrían originado mucho antes de lo que hasta ahora habían determinado científicos en base a relojes moleculares (estudios genéticos), pero en lugares tan inhóspitos y raros como en una Patagonia cálida y húmeda.

Este estudio no deja lugar a dudas que la familia del tomate es bien Sudamericana, con un desarrollo de más de 50 millones de años en el continente. También indica que el registro fósil es una de las mejores pruebas para entender la evolución de un grupo vegetal. Careciendo de esas valiosas herramientas, los estudios de la biología no tienen certezas sobre el pasado remoto en la Tierra.

La margarita quiere a Patagonia hace mucho…

La margarita, el girasol, y la mutisia entre muchas otras, se encuentran reunidas todas en una misma familia de plantas denominada Asteráceas. Este nombre, deriva precisamente de su forma de sol o estrella (astro). Si observamos con detalle, cuando vemos una margarita, debemos tener en cuenta que no se trata de una única flor sino de una inflorescencia compuesta por un gran número de diminutas flores dispuestas todas juntas. Por esta característica este grupo de plantas es conocido también como Compuestas.

Las Asteráceas son el grupo de plantas con flor más diverso en la actualidad, con varios miles de especies distribuidas por todos los continentes (con excepción de Antártida). Incluye numerosas especies de importancia económica para la industria alimenticia (aceite de girasol, té de manzanilla, lechuga) y también como ornamental.

Hace pocos años un grupo de paleobotánicos argentinos del CONICET, describieron la inflorescencia fósil de una Asterácea, con casi 50 millones de años de antigüedad, procedente de rocas de la zona de Pichileufu (Río Negro). Este fósil fue bautizado con el nombre de Raiguenrayun cura (“flor de piedra” en la lengua Aónikenk). Al momento de su hallazgo, este fósil constituía la evidencia más antigua conocida de este grupo de plantas. Hasta este hallazgo no había registros fósiles suficientes de que el origen de las Asteráceas (del ancestro de todas las margaritas) había tenido lugar en Patagonia. El hallazgo sorprendió a los investigadores del mundo entero, ya que en base a análisis de los genes de plantas actuales (vivientes), se consideraba que el origen de las Asteráceas era mucho más reciente.

La flor fósil de Patagonia se asoció al grupo basal de las plantas de las mutisias y los cardos, evidenciando que estas flores tan bonitas se podían encontrar en Patagonia hace más de 50 millones de años.

Hace un par de años, se descubrió polen fósil de Asteráceas contenido en rocas de algo más de 70 millones de años de antigüedad y procedentes del extremo norte de la Península Antártica. Este nuevo registro dio cuenta que este grupo era aún más antiguo de lo que se sugería. Por otro lado, reforzó la idea de que el origen del grupo tuvo lugar en un área de alta latitud en la Tierra, comprendida entre Península Antártica y Patagonia, para ese entonces aún conectadas. Posiblemente desde allí, los primeros representantes de esta familia se desarrollaron en Sudamérica y migraron primero hacia África y Australia y luego hacia el resto del mundo.

Una extraña flor para la estepa…

Esta semana se ha publicado el hallazgo de una nueva flor fósil para Patagonia, por parte de paleontólogos estadounidenses y argentinos (de CONICET). De hecho, se han encontrado varios ejemplares de flores de la misma planta, confirmando su abundancia en la región. Fueron halladas en rocas de 64 millones de años de antigüedad, cerca de la ciudad de Sarmiento (centro-sur de Chubut). El estudio indicó que se trata de una nueva especie dentro de la familia de plantas de las Rhamnáceas, que consiste en arbustos y árboles que hoy viven en todo el mundo.

De este grupo de plantas, en el centro-norte de Argentina crece el Mistol, pequeño árbol nativo de esa región. En Patagonia hay cerca de una decena de especies; entre ellas el Chacay, arbolito que crece cerca de cursos de agua en la zona cordillerana y la Mata Negra (o Manca Caballo), arbusto que habita en ambientes más áridos. Una planta ornamental  originaria de Asia y muy conocida es la llamada “palito dulce”, cuyos frutos tienen azúcares y son muy codiciados por los pájaros.

Las nuevas flores fósiles de Patagonia poseen sus estambres y pétalos bien preservados y su forma tan bien preservada permitió concluir que se trataba de una nueva especie relacionada con un grupo de plantas que hoy viven en regiones tropicales de Brasil y Oceanía (corroborando una muy antigua conexión a través de los continentes). El nuevo hallazgo fósil constituye uno de los registros más antiguos conocidos para las Rhamnáceas.

La edad de esta flor es muy antigua (65 millones de años) y se remonta a un periodo de tiempo inmediatamente posterior a la gran extinción masiva que eliminó más del 70 % de la biota del planeta. De esta forma este grupo de plantas sobrevivió al cataclismo global que ocurrió en la extinción masiva. Muchos otros grupos de plantas y animales no lograron sobrevivirlo, pero esta nueva evidencia fósil de Patagonia es muy importante para conocer los acontecimientos que ocurrieron inmediatamente después de ello.

Una flor en forma de hélice

Todos conocemos a los famosos “helicópteros” (sámaras) que se desprenden de algunos árboles y vuelan con el viento dispersando sus semillas. Recientemente (año 2017) acaba de darse a conocer los resultados de un estudio realizado por paleobotánicas de Argentina y Estados Unidos, sobre el fósil de una flor madura (en realidad un fruto seco) que, con sus cinco tépalos leñosos a modo de hélice, habría tenido una estrategia similar para dispersar sus semillas. Estos fósiles tienen una antigüedad de 50 millones de años, y fueron  hallados en el noroeste de Chubut.

El fósil corresponde a la familia de las Cunoniáceas, cuya distribución actual incluye Sudamérica y otras regiones distantes del Hemisferio Sur. Algunos representantes actuales de esta familia en Patagonia incluyen la Tiaca y el Tineo que crecen en zonas muy húmedas a ambos lados de la Cordillera de los Andes.

El estudio reveló que el fósil corresponde a un grupo de Cunoniáceas que actualmente crece solo en Oceanía denominado Ceratopetallum (por tener flores con pétalos en forma de astas de ciervo). Este nuevo hallazgo corresponde al registro más antiguo para este grupo y al único registro fósil del mismo fuera de Oceanía. A su vez, es un nuevo aporte a la evidencia de la conexión terrestre entre Patagonia y Oceanía, a través de la península Antártica, para ese momento de tiempo.

El hallazgo de fósiles de flores es una ocurrencia muy fortuita. En Patagonia, las nuevas investigaciones están evidenciando que hay mucho más por descubrir y estudiar. Cada vez que los paleontólogos salimos de trabajo de campo en Patagonia, realizamos nuevos hallazgos que iluminan un poco más nuestro conocimiento del pasado en esta región tan particular.

Del ensamble de toda esta información  fue posible deducir que entre 50 a 60 millones de años atrás la Patagonia gozó de climas tropicales y húmedos. Posteriormente tuvo lugar la desconexión terrestre entre Patagonia y Península Antártica lo cual permitió establecer una nueva corriente marina que rodea el continente antártico (incluso hasta nuestros días) y cuyo accionar generó el aislamiento de las temperaturas entre el polo y el ecuador.

Los polos comenzaron a enfriarse y cubrirse de hielo, ayudando al enfriamiento de todo el planeta Tierra. A causa de este proceso, los bosques templados que crecían en Antártida comenzaron a migrar al norte poblando la Patagonia; y aquellas plantas adaptadas a climas cálidos y que previamente crecían en estas tierras (como algunas de las flores de esta nota) migraron hacia los trópicos o directamente se extinguieron en Sudamérica (y hoy solo viven en Oceanía). Es muy interesante saber y tener pruebas de que la Tierra no es tan fija como la vemos y en millones de años los paisajes y conexiones pueden cambiar tan drásticamente.

* Paleontólogos del INIBIOMA (CONICET-UNCO)

 

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