Trump presidente: Recalculando

Donald Trump se convirtió en el nuevo Presidente de los Estados Unidos. Muy pocos lo creían posible. Nadie se imaginaba que el magnate americano, un total outsider de la política, sucedería a Barak Obama en la presidencia norteamericana.

“Volver a unir a los americanos...trabajar para todos, sin hostilidades” fueron sus primeras palabras cuando el triunfo ya era en un hecho. Si bien la elección se mantuvo ajustada durante gran parte de la noche, Trump logró obtener el apoyo de más de 270 electores (Estados Unidos tiene un sistema bajo colegio electoral) necesarios para hacerse del poder.

La incertidumbre reina en el mundo. Los principales mercados internacionales arrojan caídas marcadas. Las economías mundiales que se nutren de las especulaciones, no creían real que esto sucediera. “Llegar hasta donde llegó, ya es un logro fundamental” repetían algunos especialistas. Pero el excéntrico multimillonario fue por más. Asumirá la principal potencia del mundo siendo una persona que nunca ocupó un cargo público. Además, los republicanos mantuvieron el poder en el Parlamento, con poca diferencia en el Senado con los demócratas, pero con un mayor número en la Cámara de Representantes (51 a 47 y 236 a 197 escaños respectivamente).

Lo que arrojó esta elección también, fue una nueva pérdida de credibilidad de las encuestas. A pesar de que los últimos días mostraron cierta paridad entre Trump y su oponente, Hillary Clinton, la mayor parte de la campaña (la más escandalosa de los últimos tiempos por cierto) la ex Primera Dama siempre picó en punta. Pero los resultados conocidos en la madrugada argentina, establecen de alguna manera una tendencia que se va formalizando de a poco.

El Brexit de Gran Bretaña a principios de años, para salir de la Unión Europea se planteó como un fenómeno típico de “cisne negro”. La historia vuelve a mostrar otro ejemplo; por lo tanto el caso británico abrió la puerta a un cambio de paradigma mundial. No fue un caso aislado. Todavía es muy prematuro definir si es el fin de la globalización. En la década del ´70 ocurrieron casos similares que pusieron en duda este sistema. Pero lo que sí podemos afirmar es que nuevamente los partidos políticos vuelven a mostrar que casi no representan ideales. Las fuerzas sociales, o los neo populismos, son los que marcan tendencia.

Aquellos que estaban cómodos en sus sillones, ahora deberán replantearse qué hacer. El mundo, sus ciudadanos en particular, se están dando cuenta de que pueden cambiar la historia. El próximo paso podría ser Francia con la candidata de derecha Marine Le Pen o en Holanda con Geert Wilders. Las integraciones mundiales ya no son garantía de confianza de las ciudadanías globales. Tener acceso a infinita información de manera inmediata; el replanteo sobre las posturas de asilo a inmigrantes que escapan de las guerras; y candidatos que se animan a decir públicamente lo que muchos piensan pero no dicen, hacen un combo perfecto para que estas cosas sucedan y que lo que parecía utópico, ya no lo sea.

En cuanto a cómo nos impacta a nosotros como país, también es difícil de prever. Trump apostó a un discurso más aislacionista, o en todo caso, cauto en cuanto a las relaciones comerciales con el mundo. China es quien más debe estar preocupado porque Estados Unidos buscará quedarse con el podio de potencia número 1 sin competidores. Rusia estará un poco más tranquilo. Europa tiene mucho por resolver internamente primero. Latinoamérica recibirá una oleada de expatriados. Y Argentina, extrañará a Obama y seguramente al principio tenga una relación estrictamente bilateral y netamente comercial. De todas maneras tanto Donald Trump como Mauricio Macri tienen un pasado, una historia y un partido de golf en común. Si eso ayudará de aquí en adelante, aún no lo sabemos.