sábado 27 de abril de 2024

Son lo mismo

Las formas de hacer política cambiaron en el último tiempo y la sociedad busca otras maneras y formas que los representen.

domingo 23 de octubre de 2016
Foto: ilustrativa.

El país está atravesando un cambio de paradigma dirigencial. En todo sentido. Este gobierno, más allá de los desafíos económicos, centrados en bajar la inflación principalmente, y los desafíos políticos, consensuar para tener “gobernabilidad” por medio del Congreso (porque encima esperan tener mayor legislativa, recién en 2023 si todo marcha bien), tiene un mayor desafío aún más grande pero menos tangible.

Lo he mencionado en otra oportunidad, a mi juicio Cambiemos puede marcar un antes y un después en cuanta a la forma de hacer política. Pero no porque Cambiemos tenga algo que el resto no tiene, o si (aunque no lo podemos percibir claramente), sino porque es la fuerza que sacó al peronismo del poder y los obligó a que piensen que es lo que la sociedad les demanda a sus dirigentes.

Hay un sólido grupo de empresarios, que están por debajo de los 50 años que son los que están tomando las riendas de las grandes organizaciones. Si a esto le sumamos las generaciones (segundas, terceras) de los dueños de Pymes que atraviesan los 30 y pico y los nuevos empresarios que provienen del mundo emprendedor, podemos decir que hay un recambio en la dirigencia empresarial. Seguramente surja en unos años un nuevo establishment con nuevas características.

La clase sindical sigue dando que hablar. No se ven renovaciones, y encima a pesar de estar reunificados (hasta cuando no sabemos), tienen en las bases miles de diferencias en gran parte impulsadas por corrientes de izquierdas que van captando y cooptando poder y afiliados. No es una amenaza, es una realidad que muchas empresas lo están padeciendo. De alguna manera la Iglesia Católica con el Papa Francisco está evolucionando mucho más rápido y a conciencia del nuevo mundo que el sindicalismo argentino.

La clase política está en esa senda también. Pagando un costo en algunos casos, pero todo cambio socio cultural tiene sus consecuencias. De a poco no sólo hay gente más jóven integradas a los espacios políticos, sino también con posiciones de poder trascendentes. Muchos de ellos son hijos de la Democracia, y hay standares de conversaciones que no se negocian. Pueden estar en una ardua discusión política defendiendo sus posturas, sus estrategias y/o sus principios, pero un rato después pueden estar jugando al fútbol o comiendo un asado. Por favor empecemos a dejar de sospechar de las fotos; no debería tener nada de anormal poder juntarse con un par, no siempre están “operando” a alguien” aunque sea parte del ADN de la política.

Por eso, particularmente me llama la atención y por momentos me genera cierta incomodidad, cuando dirigentes políticos jóvenes no entienden las nuevas formas. En Río Negro hay algunos ejemplos. Estamos hablando de innovación señores. La innovación no sólo es patrimonio de las empresas tecnológicas. Es una tendencia que llegó para quedarse y todos tenemos que adaptarnos. Hay que innovar en la manera de gestionar, en la manera de generar mayor competitividad (y que no sea el empleo la primera medida de ajuste). Hay que innovar en la manera de reclamar. Los cortes de calle, los paros que suelen ser herramientas de protestas legítimas, carecen cada vez más de apoyo.

Pero el dirigente político que no entiende que la crítica por la crítica misma ya no tiene mucho lugar, tarde o temprano se quedará fuera. Las chicanas políticas bienvenidas sean, pero tirar tiros mediáticos sólo para generar un título ya no va más. La gente espera otra cosas de los dirigentes políticos. Hay que cambiar las formas y los modismos. La comunicación política busca ser un medio para esa innovación de la que tanto se habla. En definitiva se trata de pensar una Nación a largo plazo, y no sólo durante los años electorales.

 

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