martes 7 de mayo de 2024

Alicia y los refugiados

¿Qué hacer con nuestras emociones?, ¿qué es lo que nos hace humanos?, ¿por qué hacemos lo que hacemos?

domingo 21 de agosto de 2016
Refugiados sirios.
Foto: ONG Plan Internacional.
Foto: ONG Plan Internacional.

¿Qué  es lo que nos hace humanos? ¿Qué somos racionales? ¿Qué tenemos un pensamiento superior que el de los animales? ¿Qué somos civilizados?  El que piense un sí  en todo esto es porque vive en una cueva y no tiene  radio, ni tele, ni diario, ni Internet.  Si somos superiores que los animales, si somos más racionales, si somos los más evolucionados ¿Por qué de continuo intentamos destruirnos,  matándonos unos a otros, explotando el medio ambiente, contaminándonos,  auto-enfermándonos, perdiendo el sentido, el para qué  vivir?

Sin duda hay algo que no estamos haciendo bien. EL orden  el progreso, la industrialización,  el avance tecnológico, la ultra-especialización no ha hecho que vivamos mejor, en armonía con la naturaleza, con los demás humanos, con nosotros mismos. ¿deberíamos crear algo Nuevo? ¿Nos falta más progresos y desarrollo? ¿Hacen falta más psicólogos? Realmente pienso que el mundo está loco, pero es una locura que o la curamos todos juntos o todo seguirá igual. ¿Hacen falta más intelectuales, que estudien y se ultra calificación en las universidades? ¿SE TRATARÁ DE sacar a las manzanas podridas del planeta para que solo queden “los buenos”.

Lamentablemente los que dicen sí a más de lo mismo, son los que tienen el timón de este mundo desde hace  miles de siglos atrás.  Todo lo simplifican en más mano dura, más cabeza, más desarrollo, más guerra.

Dice Lao Tse en el Tao Te King:  Como es adentro es afuera.

Y dice  Claudio Naranjo en su libro “La mente patriarcal”: -…es hora de que escuchemos reflexiones como la de Hazel Henderson cuando escribe que ‘en todos nuestros esfuerzos por contribuir a la lucha contra la  injusticia y al alivio de  la pobreza, a la transformación del sistema económico y de la ética, estamos descubriendo que todos estos esfuerzos deben comenzar en casa, es decir, con nosotros mismos’.-

Por lo menos a mí  me da un gran alivio, saber que algo puedo hacer para ser parte de la solución,  o la sanación de este mundo, o por lo menos dejar de ser parte del problema y tan sólo dedicarme a criticar y quejarme  (que en esto tenemos bastante experiencia).

Tenemos que volver al origen, al inicio de “lo humano”, a lo que nos hizo humanos con conciencia. Parece que no fue que la evolución solo dependió de la ley del más fuerte y la competencia feroz, lo que hizo que pasemos de ser  mamíferos feroces pertenecientes a la naturaleza animal a la naturaleza  humana, según dice el biólogo Humberto Maturana,  fue la cooperación de unos con otros, la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia y en la crianza de las crías.  Y esa aceptación,  es una emoción con una elaboración y complejidad superior a las emociones primarias de los animales. O sea lo que nos hizo humanos, fue la convivencia en afecto y respeto por el otro. Maturana dice que esa emoción fundante es lo que permitió que el cerebro racional se desarrolle, diera un salto y de origen al lenguaje, el habla humana.

Volver al génesis de lo humano es volver al afecto. En algún lugar del camino, nos perdimos y nos volvimos unos bárbaros con traje de civilizados (peor y más destructivos que los animales), y para rescatar nuestra humanidad, debemos retomar nuevamente nuestro contacto  con las emociones que permiten superar nuestra violencia egocéntrica con tinte de superioridad.

Hace años que vengo insistiendo que debemos mirar nuestras emociones, comprenderlas,  desarrollarlas,  estudiarlas,  vivirlas, educarnos en ellas. Y muchos me dicen que está de moda hablar de las emociones.  Nada más alejado de la realidad, con sólo mirar nuestra educación en donde todo gira alrededor de lo mental, desde los fines hasta los medios con que se enseña, educación que sigue siendo “otro ladrillo en la pared”.  La  publicidad, la política, los bancos, la industria, ellos saben de emociones,  pero  sólo las usan para manipular la opinión de la gente, para que se consuma, y vivamos sin sentir ni pensar por sí  mismos.

Empezar por casa es empezar a mirar nuestra relación personal que establecemos con las emociones. Tanto con nosotros mismos, como con los demás.  Observar de que emociones abusamos, o nos hicimos adictos,  como de aquellas que no le damos espacio en nuestra vida. Si comenzamos a practicar una mirada más afectiva, compasiva con nosotros mismos, eso es ya un gran inicio. O también  podemos empezar por no ser tan duros tan críticos con los demás, intentar dejar de buscar culpar o hacer daño al otro, e intentar tener una conversación adulta, escuchar en vez de querer tener la razón, cuestionar sin querer imponernos.

Estoy convencido que lo que realmente nos da sentido en la vida es el afecto que podemos sentir por otro ser humano. No significa que tenemos que sentirlo con la misma intensidad por todo el mundo, aunque creo que es necesario ampliar de continuo  nuestra zona afectiva, a veces tan restringida a nuestros familiares y algunos amigos. Es saludable salir de nuestra zona de confort.

El otro día conocí  una familia que tenía una hija llamada Alicia de casi dos años. No soy de los que simpatizan mucho con los infantes, pero esta niña se ve que no lo sabía,  y me miraba y me sonreía, y cuando estuve cerca me tomo fuerte del dedo con su manito. Yo no estimule mucho su accionar, y al rato me soltó, pero cada tanto me seguía mirando y sonriendo. Hasta que un momento se dirigió a mí  y estiró los brazos para que la alzara, con decisión.  Y lo hice y sentí su calor, su corazón latir, su confianza total y me emocione, recibí una gran lección de lo que es la práctica del afecto hacia un desconocido, porque yo no era de su familia que estaba allí presente, solo era un visitante al que acepto como un “legítimo otro”.

ESA NOCHE SOÑÉ CON LOS REFUGIADOS.

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