martes 19 de marzo de 2024

La muerte se esconde tras la máscara

Un análisis social sobre lo ocurrido en las últimas semanas, con el asesinato de Rafael Nahuel y la represión vivida afuera del Congreso.

domingo 17 de diciembre de 2017
La muerte se esconde tras la máscara

En la triste jornada del viernes se pudo ver una vez más la foto de nuestro país quebrado, miles de personas protestando para no perder derechos, de los pocos que llegan a los más débiles (jubilaciones mínimas), contra cientos de personas enfundadas en sus trajes de robot, disparando, pateando, golpeando, ya no solo a hombres sino también a mujeres y ancianos.

Esta foto de la violencia desmedida contra los que pagan con su trabajo-impuestos los sueldos de los mismos que después los golpean, se complementó con las expresiones vertidas en las redes sociales, que una vez más apoyan la violencia ejercida desde el Estado (como en aquel Marzo del 76), piden más palos, más muertes, limpieza de esas bestias que tiran piedras, a las que hay que exterminar, son sucios, están podridos, son la lacra de la sociedad, son como una enfermedad que hay que combatir.

Todo esto lastima, pero si hay algo que todavía es más difícil de aceptar es que en muchas fotos de este viernes a los gendarmes, hombres y mujeres, disparando y golpeando argentinos, se los puede ver sonreír. Como se pudo ver sonreír al gendarme Echazú cuando volvía del río que se había tragado a Santiago Maldonado, como se puede suponer que sonreían los prefectos que por fin podían, después de tanto entrenamiento, disparar sus armas contra esos indios terroristas, y asesinaban por la espalda “defendiendo a la patria” a Rafita, todos están felices de lo que están haciendo, son del mismo origen sociocultural de las personas que golpean, vienen del pueblo, pero están felices de golpear y matar gente como ellos para defender los intereses de gente distinta a ellos. ¿Cómo es que se logra que pobres odien a otros pobres hasta el punto de sonreír al matarlos?.

Casualmente mi hijo me hizo ver hoy el capítulo 5 de la tercera temporada de la serie inglesa “Black Mirror”: La deshumanización de la guerra en 'Men Against Fire'. Un grupo armado estatal sale en misiones en busca de las “cucarachas”, una especie de monstruos humanoides con ojos muertos, lenguaje de gruñidos y dientes afilados, que atacan a la población decente, roban su comida y contaminan lo poco que dejan con su sangre impura.
La serie transcurre linealmente como todas las de soldados contra monstruos hasta que el protagonista, en una pelea, es obligado por la cucaracha a mirar la luz de un artefacto rudimentario, a partir de ahí no podrá dormir bien, y empezará a sufrir dolores de cabeza y alucinaciones, después de unos días llegará a la conclusión que las alucinaciones son la realidad y la que pensaba la realidad es el producto de un implante cerebral que llaman “la Máscara”, que hace que el enemigo de los que gobiernan sean vistos por los soldados como monstruos terribles a los que es un honor exterminar.

Una metáfora perfecta de lo que vivimos, gente cercana y querida, pares, que piden, y justifican la violencia y la muerte del otro, porque lo ven como una enfermedad, ya no sirven los argumentos ni los hechos, nada sirve en esa discusión porque ven cucarachas, la máscara social que imponen los grandes medios funciona a la perfección en nuestro país, por eso este lunes diputados que cobran 500.000 por mes le robarán dinero a jubilados que cobran 7500 por mes, por eso Santiago fue ahogado, por eso Rafita está bajo tierra asesinado por la espalda, la máscara está funcionando muy bien.

Al final, el protagonista se enfrenta a sus jefes cuando toma conciencia que esos monstruos son apenas gente pobre que lucha por sobrevivir en un mundo que decidió no tener lugar para ellos, el jefe le da a elegir, desactivar la máscara y quedar de por vida encarcelado recordando las imágenes reales de cuando mataba gente común, o reiniciar la máscara y volver a ser un ciudadano programado que mata y sonríe porque está convencido que está del lado correcto, porque se lo dice la máscara. 

¿Vos que elegirías?.


PD: Hace dos años escribí una nota: “El alcohol como enfermedad social”, en esa nota hablaba de fiestas de colegios secundarios con “barra libre del alcohol”.
Unos meses atrás murieron dos jóvenes en Bustillo, atropellados por alguien borracho al que le habían quitado hacía meses la licencia por manejar borracho.
Hay constantemente controles de tránsito que pagamos entre todos que impiden que cualquier ciudadano se acerque a los G20 que deciden en un hotel 5 estrellas, también pagado por nosotros, nuestro futuro.
No hay casi controles de alcoholismo que impidan la muerte, mucho menos cerca de las grandes cervecerías que pueden hacer oír su fuerte vos a comisarios y funcionarios municipales.
Ayer discutí con la Secretaria y la Vicedirectora de una escuela estatal en la que pibes menores y sus madres bajaban muchos cajones de cerveza para la fiesta de fin de año. Les hice ver que estaba mal, me contestaron que lo habían decidido los padres, les contesté que había una responsabilidad institucional sobre lo que pasaba dentro de la escuela, cuando vieron que no cedía en mi posición me despidieron diciendo que no tenían más que hablar conmigo.
Sería interesante una norma que obligue a centros de salud públicos y privados a informar sobre menores intoxicados (muchas veces con coma alcohólico) cada fin de semana y en qué lugares estuvieron.
En este tema también “la máscara” hace lo suyo.

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