viernes 19 de abril de 2024

¿Osos en Bariloche?: una historia de hielo de miles de años

¿Hubo alguna vez osos en esta ciudad? ¿Alguien trajo sus restos desde algún lugar lejano? Y si realmente existieron, ¿qué pasó con ellos?

domingo 15 de noviembre de 2015
¿Osos en Bariloche?: una historia de hielo de miles de años

Por Ari Iglesias (*)

Una adivinanza suele decir: salgo de mi casa de cuatro paredes por cualquiera de sus cuatro puertas, todas las cuales dan al Sur y veo un oso… la pregunta es ¿de qué color es el oso? Pensando un poco sobre esto llegarán a la única conclusión posible sobre su color y el lugar.

El único oso existente en América del Sur es el "oso de anteojos", cuya distribución más al sur, hoy en día, son las selvas húmedas de Perú. Pero… ¿hubo alguna vez osos en Bariloche?

En el Museo Paleontológico Bariloche se exponen los restos fósiles de un gigantesco animal similar a un oso que fue hallado por un grupo de obreros de la construcción en el barrio denominado "Las Chacras" apenas a ocho kilómetros del Centro Cívico de Bariloche, luego del cruce de la ruta 40 con las vías.

¿Es que existían osos en Bariloche? o es que alternativamente ¿alguien trajo sus restos desde algún lugar remoto? y si realmente hubo osos, ¿qué pasó con ellos?

Los restos fósiles hallados corresponden al cráneo, una costilla y vértebras del mismo animal, que fueron hallados en sedimentos generados por el derretimiento del hielo de glaciares (depósitos que son denominados morenas glaciarias). Pero ¿cómo es que habían glaciares en la zona de Las Chacras?

Los barilochenses a menudo escuchamos que los lagos y los valles de la región han sido labrados por glaciares, pero pocas veces dimensionamos el colosal tamaño que adquirieron éstos durante la denominada Era de Hielo.

Durante el periodo de máxima glaciación (hace aproximadamente un millón de años), los glaciares que se alimentaban de la de nieve de la alta cordillera, se movían hacia el Este deslizándose hasta la posición que actualmente ocupa el Río Pichileufu. En ese momento la Ciudad de Bariloche estaba hundida en un "mar de hielo" que alcanzaba más de 200 metros de espesor. Nada podría haber vivido en esa época bajo el hielo de Bariloche, ni siquiera podrían haber existido los árboles que hoy tapizan los bosques en las mismas áreas donde antes el hielo todo lo aplastaba.

Pero entonces… ¿cómo es que tenemos el registro de un oso en sedimentos glaciarios de Bariloche?

Todos sabemos que los glaciares no son estáticos, avanzan y retroceden. En los últimos 200.000 años los glaciares que bajan de los Andes han sufrido numerosos avances y retrocesos, quedando relegados actualmente a unos pequeños cuerpos en las cumbres de las montañas más altas. Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad Nacional de Río Negro han datado los huesos de este supuesto "oso" hallado en Bariloche. La edad aproximada del animal es de 18.000 años. Eso indica que para ese momento el frente de deshielo del gigantesco glaciar que avanzaba frente a la ciudad (en donde hoy tenemos el Lago Nahuel Huapi), se encontraba a la altura de Las Chacras. Era casi como estar hoy al frente del Glaciar Perito Moreno de la Provincia de Santa Cruz.

Con esa edad, quedaría descartada cualquier posibilidad de que hubiese sido el hombre quien llevase los restos a esa región (la presencia del hombre en Patagonia está certificada recién a partir de los 13.000 años antes del presente). De alguna forma, que aún desconocemos, este gran animal cayó presa del hielo glacial y sus restos fueron enterrados junto con todos los sedimentos que transportaba (morena glaciaria).

Los científicos se encuentran estudiando los restos del animal y han llegado a la conclusión de que no se trata de un verdadero "oso". Se trata de un Megatherio, un mamífero gigantesco del cual el adulto llega a medir 5 metros de alto (más alto que un elefante actual). Los Megatherios son del grupo de los "osos perezosos" , pariente lejano de su primo que trepa árboles en las selvas amazónicas y es conocido por la lentitud en sus movimientos. El ejemplar hallado en Bariloche muestra una separación importante entre sus huesos craneales, indicando que se trataba de una forma juvenil en etapa de crecimiento, es decir era un pequeño bebote de más de 2 metros de alto. A diferencia de los verdaderos osos (que se agrupan en la Familia Ursidae), los Megatherios carecen de dientes caninos e incisivos y tienen un cráneo, dieta y hábito completamente distinto por lo que no están emparentados de ninguna forma, salvo la de ser mamíferos.

El hallazgo de este animal en Bariloche es muy importante para los paleontólogos. Este es el primer registro de un perezoso vinculado directamente con el hielo. La mayoría de los Megatherios conocidos provienen de la Pampa húmeda. Estos animales se alimentaban de hojas (folívoros) y si bien carecen de dientes frontales-, con su larga lengua y sus poderosas muelas podían machacar las hojas para abastecer los 3000 kilogramos de masa corporal que llegaban a tener. Su defensa, a demás de su imponente porte, habrían sido sus grades garras en manos y pies así como una armadura de pequeños huesecillos que tenían dentro de su piel.

Este no es el único registro que se tiene de un oso perezoso en Bariloche. En la Laguna El Trebol (Circuito Chico) existe una cueva con registros arqueológicos del hombre primitivo, evidencia de sus fogones y restos de los animales que ellos utilizaban hace 5.800 años. Entre los restos de un ciervo de gigantescas proporciones, zorros extintos, vizcachas, armadillos y aves se hallaron fragmentos de los huesos pequeños que los osos perezosos tienen en su piel. Su estudio indicó que se trataba de un Mylodon, una forma algo más cuadrúpeda y de menor porte que un Megatherio. La evidencia de cocción de estos huesos sugiere que no solo convivieron con el hombre, sino que fueron el alimento de ellos. Para el momento del tiempo en que estos hombres vivieron en la caverna, el hielo de los glaciares ya se había retirado a las altas cumbres de las montañas (habrían existido glaciares en el Cerro López y en el Cerro Catedral).

Los Mylodon sí tienen un registro fósil más conocido en estas regiones australes de Patagonia. Inclusive es muy conocida la famosa "Cueva del Mylodon" en la parte más austral de Chile (Cercano a la región de la ciudad de Río Turbio). En esa monumental cueva se encontraron numerosos esqueletos de animales prehistóricos asociados al hombre primitivo. Pero lo más llamativo fue que no solo se hallaron los huesos, sino que también se preservó la piel con pelos y los excrementos de los Mylodon. Este hallazgo fue utilizado durante la Presidencia Argentina del General J.A. Roca, para atraer turismo curioso y cazadores internacionales en búsqueda de "osos gigantes en la remota región de Patagonia". Desde el presente, esto fácilmente desenmascara el fuerte interés turístico basado en una mentira – no obstante, si lo piensan, los paleontólogos aún seguimos contestando consultas sobre nuestro monstruo Nahuelito –.

Hoy en día gracias a la tecnología de avanzada, es posible estudiar en detalle esa piel fósil (parte se halla preservada en el Museo de La Plata, ver figura 3) e inclusive las pulgas que aún se encuentran aferradas entre los pelos. Investigadores del CONICET están intentando extraer el ADN fósil de los huesos hallados en Bariloche, con el objetivo de evaluar las relaciones de parentesco de estas formas asociadas al hielo con las formas de las praderas húmedas.

Todos los osos perezosos son reunidos científicamente un grupo denominado Tardígrada, el cual se encuentra emparentado con las mulitas (piche, peludo, quirquincho) y los "osos" hormigueros (que juntos se reúnen en el grupo denominado xenarthra o edentata). Todo este grupo fue muy diverso en la prehistoria, especialmente en el Continente Sudamericano. Las razones de su extinción son discutidas, pero sin duda están vinculadas con la aparición del hombre en el continente, así como de muchos animales que se generaron en América del Norte y luego invadieron América del Sur (pumas, tigres, zorros, elefantes, ciervos, caballos, guanacos, conejos y verdaderos osos). Esto último es denominado por los paleontólogos como el "Gran Intercambio Biótico Americano" (GABI), que comenzó hace 2,5 millones de años. Los grupos que se habían originado en América del Sur no se extinguieron totalmente, hoy encontramos algunas especies vivientes emparentadas como los perezosos arborícolas, el oso hormiguero y las mulitas. De ellos, hoy en día solo subsisten las mulitas en la región Patagónica.

Los cambios climáticos, la aridización producto del alzamiento de los Andes y el empobrecimiento del agua de los glaciares, y por último y no menos importante, la llegada del hombre y numerosos animales foráneos, cambiaron notoriamente las características de la biota. No obstante ello, la Patagonia sigue teniendo muchas especies únicas en el mundo, imprimiendo un sello muy particular y atractivo.

Muchas especies fósiles son halladas en forma fortuita por personas que recorren nuestro territorio. Que den aviso a los museos, investigadores y entidades gubernamentales depende de que muchas de ellas sean conocidas para la ciencia y valorizadas para el patrimonio de la región.

(*) Paleontólogo del INBIOMA (CONICET-UNCOMA)

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