domingo 5 de mayo de 2024

Horacio Ferrari, el hombre de los mil murales

Llegó a Bariloche hace 12 años y dejó su impronta en veredas, paredes y hasta en el hospital zonal. Mirá las mejores obras del artista.

martes 03 de julio de 2018
Fotos: Emiliano Rodríguez.

Por Claudia Olate

Hay gente a la que basta con verla para reconocerla como artista. Así es Horacio Ferrari, el nombre y el hombre detrás de los murales que desde hace más de una década, comenzaron a colorear Bariloche, dándole vida a paredes que parecían haberla perdido con el tiempo.

Nació hace 40 años en Buenos Aires, y hace 12 eligió a Bariloche como su lugar, después de recorrer otras decenas de pueblos y ciudades que fueron testigos de su arte.

Horacio no nació en una familia de artistas, pero desde chico sintió pasión por el dibujo, aunque en determinado momento, una maestra de la escuela lo hizo llevar dibujos para mostrar “y no sé qué me pasó, pero no dibujé más”, cuenta en diálogo con ANB.

Sin embargo, en la adolescencia volvió a retomar el dibujo y cuando terminó la secundaria comenzó a estudiar Diseño Gráfico “pero no me enganché”, dice. Luego, se inscribió en Bellas Artes en la Escuela Prilidiano Pueyrredón. “Tenía que presentar una pintura y nunca había pintado, pero una docente me enseñó en tres clases”, cuenta recordando aquella época. Un año y medio después, dejó la carrera.

Horacio lo resume en pocas palabras: “me picaban las patas”, dice. Así fue como emprendió camino y comenzó a recorrer distintos lugares. Se tomó un tren con destino al norte del país donde pintaría su primer mural en Cafayate, Salta. Luego siguió por Tilcara, y otros recónditos lugares del país.

Otros destinos lo llevaron más lejos, cruzó el charco pero volvió una vez más a Argentina, para seguir recorriendo, esta vez junto a una fiel compañera: “La Negra”, una perra que recorrió con él cientos de kilómetros.

Horacio veía y vio en el arte, una manera de abrir la mente, de llegar más allá, una forma de conocimiento, que hasta ahora intenta compartir con quienes lo acompañan. En un proyecto que denominó Hijos de la Tierra, comenzó a pintar murales en el sur, en los últimos kilómetros del país con el objetivo de llegar hasta Jujuy.

En 2006 llegó a Bariloche, como parte de aquel proyecto artístico, “y no me pude ir más”, dice con una risa como la de tantos otros que arribaron a la ciudad de los lagos e hicieron de ella, su domicilio fijo.

Acá comenzó de a poco, pero nunca paró. Desde el mural en Moreno y Palacios, pasó a  “Proyecto Camaleón” que tenía como objetivo embellecer distintos lugares públicos, proyecto del cual participaron más de 100 personas, porque como le gusta remarcar a Horacio, “nunca trabajo solo, sería imposible, siempre hay mucha gente que ayuda y participa”.

Luego le siguieron el “Túnel sensorial”, que surgió bajo el lema “para que los sordos oigan y los ciegos vean”, con objetos reciclados, encontrados en el Vertedero Municipal, que luego también fue el escenario de Reciklarte, el primer festival de arte que tuvo lugar en el basurero, con bandas de música, esculturas, poesía. Fue el impulsor, junto a otros compañeros, del primer “Kultrunazo”, en el Centro Cívico, donde se tapó la estatua del General Argentino Roca con una réplica gigante del instrumento musical.

A pesar del trabajo realizado en la ciudad, a Horacio le seguían “picando las patitas” por viajar y partió a Australia, donde pintó, trabajó y conoció. Luego, el recorrido siguió por Tailandia  y Laos, lugares en los que aprovechó para dejar su impronta. “Siempre a donde voy, pinto”, dice sin dudarlo.

Regresó a Bariloche tiempo después y en uno de los momentos más difíciles para la ciudad, como fue la caída de cenizas en 2011, el artista empezó a pintar en un bar de 20 de Febrero y una cosa lleva a la otra, como quien dice. El arte de Ferrari siguió replicándose en Camino Abierto, en la Escuela Secundaria 45, en el hogar Emaús y la lista podría seguir infinitamente.

“En 2012 conseguí una beca de provincia que fue fantástica, con eso pude llegar a un montón de barrios, trabajando con los pibes que se prendían sin dudarlo”, rememora el hombre mientras luce una boina negra que parece resguardarlo del frío.

Lamentablemente, la beca se cayó y actualmente no hay políticas que fomenten y apoyen la cultura, según manifestó Horacio. “Te das cuenta que no es fundamental para los gobiernos ni nacionales, provinciales o incluso el municipal, no hay inversión en el arte ni en la cultura”, remarcó.

Muchos barilochenses seguramente conocen y disfrutan de los murales de Ferrari sin saber quién es el artista detrás de la obra. En 2013, por ejemplo, fue el encargado de darle vida a una de las paredes del hospital zonal, que hoy refleja el arduo trabajo que demandó mucho tiempo, y que seguramente, todos han visto en el nosocomio local.

“Un día estaba trabajando en la pared del hospital y se acerca un hombre y me dice: ‘por fin te encuentro, hace tiempo te estaba buscando, soy paciente de Oncología y te quería agradecer porque tu mural nos da ganas de vivir” recuerda Horacio y añade que debe ser uno de los mejores elogios recibidos.

Recientemente realizó un trabajo en mosaicos con el rostro de Frida Khalo para un restaurante ubicado sobre Morales. “Cuando Pablo - dueño del bar Santino – vio el trabajo, quiso que hagamos lo mismo pero sobre 20 de Febrero”, cuenta.

Así nació el paseo de los músicos, con 10 rostros hechos perfectamente, pedacito por pedacito, con materiales totalmente reciclados. Luis Alberto Spinetta, María Elena Walsh, Carlos Gardel, Ástor Piazzolla, Gustavo Ceratti, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Facundo Cabral, Tita Merello y Luca Prodan son los artistas que ahora le dan vida a la vereda de 20 de febrero.

Su labor continuó en el Penal, donde concurrió religiosamente todas las semanas durante más de un año para trabajar junto a los hombres que se encuentran detenidos. Trabajaron en un mural en una de las paredes, pero debido a la humedad y goteras que hay en el edificio, la pintura se arruinó, por lo que decidieron continuar en las paredes del exterior.

Horacio no dudó en afirmar que “en Bariloche hay mucho talento, pero está muy escondido”. El artista, sentado en una pequeña mesa de un café donde la mayoría parece conocerlo y lo saluda al pasar, finaliza: “con el arte podes cambiar la cabeza, y hay mucha gente a la que no le conviene que las personas tengan pensamiento crítico”. (ANB)

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