lunes 17 de junio de 2024

Historias

Vicente Ojeda, un "nacido y criado" con 90 años de historia en Bariloche

Nació en Pampa Linda cuando no existía el camino de vehículos. Una vida ligada a la montaña y el esquí, que hoy recuerda con lujo de detalles.

sábado 18 de febrero de 2023
Vicente Ojeda, un "nacido y criado" con 90 años de historia en Bariloche
El 15 de febrero, Vicente Ojeda cumplió 90 años. Fotos: Marcelo Martínez.
El 15 de febrero, Vicente Ojeda cumplió 90 años. Fotos: Marcelo Martínez.
Por Claudia Olate
 

Vicente Ojeda abre el portón de su casa y nos invita a pasar. Su patio es fácilmente reconocible por las flores que, afanosamente, cuida con sus propias manos. El teléfono suena sin parar y él atiende, agradecido. Es que ese día, cumplía 90 años y ser parte de la historia de la ciudad, le ha permitido cosechar infinitas amistades.

Nació un 15 de febrero de 1933 en Pampa Linda, “cuando no había ni camino”, dice sentado en el living de su casa mientras, Carmen, su compañera desde hace más de 60 años, parece chequear que no se olvide de ningún detalle en su relato.

Su madre, Celina Goye, tenía un tío que trabajaba en una estancia propiedad de la familia Vereertbrugghen. Así surgió una posibilidad de trabajo para sus padres y para allí se fueron. “Había que ir a caballo por la península de Mascardi”, recuerda.

Cuando Vicente tenía un año, su familia se trasladó al pie del cerro Otto. Allí, donde ahora se encuentra el barrio Arelauquen, pasó los años de su infancia. “Teníamos una chacra, en ese tiempo se sembraba avena y trigo”, relata.

Vicente y Carmen se casaron en 1960 y siguen acompañándose. Foto: Marcelo Martínez.

En ese lugar, su padre, Manuel Ojeda Cancino, trabajó para la familia Capraro, dueña de un aserradero y estuvo encargado de limpiar el predio para hacer la primera pista de esquí, marcando seguramente, lo que sería el resto de la vida de Vicente.

Don Vicente recuerda, a la perfección, toda su vida. Recuerda fechas y nombres sin problema alguno y detalles que cualquier persona con varias décadas menos, seguramente no recordaría.

Se confiesa autodidacta, porque en aquellas épocas, “uno se hacía grande siendo muy chico”, dice. En 1939, cuando la escuela de Colonia Suiza tenía apenas dos años de existencia, asistió allí y pudo terminar sus estudios primarios, aunque luego, se instruyó leyendo, escuchando, prestando atención.

“En ese tiempo había un solo salón donde estábamos todos los chicos. Éramos unos 14 o 15 con un solo maestro que iba dando distintos contenidos”, relata y añade que “eso me sirvió porque como era atento, prestaba atención a todo y aprendía cosas que eran para los chicos más grandes”.

Luego, la familia se mudó, cada vez más cerca de lo que hoy es plena ciudad, aunque en ese momento fuera todo campo. “Había pocas familias, los Buenuleo, los Bonefoi, los Sambueza. Andábamos a caballo y así llegábamos a todas partes”, recuerda.

Don Vicente nació en Pampa Linda cuando no existía todavía el camino de vehículos. Foto: Marcelo Martínez.

Si bien dice que, en un momento de su vida, pensó que iba a estar siempre vinculado al campo y los animales, porque así se crió, los caminos lo llevaron por otro lado, aunque sí recuerda que sus primeros años fueron siempre ayudando a sus padres.

“Eso tiene de bueno nacer y crecer en el campo. Te enseña otra cosa. Además, cuando se es chico, uno no sabe mucho el límite entre el juego y el trabajo”, dice y agrega que, junto a sus hermanos, sembraban, cosechaban o buscaban a los animales para ayudar a su familia.

Vicente aprendió a esquiar siendo un niño y así, desde muy chico comenzó su vínculo con el Club Andino, del cual incluso, fue presidente, “el más joven”, remarca él en un repaso por los logros de su vida.

Pero, su relación con la vida de montaña, comenzó antes incluso. Es que su padre tenía mucho conocimiento. Recorredor nato de las montañas de la región, acompañaba a los primeros exploradores que le dieron nombre a tantos de los lugares que hoy todos queremos conocer.

A los 12 años, cuando se hizo socio del Club Andino, ya era experto esquiador. Así creció, siempre dedicado a la institución, a realizar trabajos de mantenimiento, a participar de la apertura de senderos, en competencias o en cual evento hubiera.

No pudo seguir estudiando, “porque teníamos que trabajar”, sostiene. Pero aprendió, aprendió de los libros, de los diarios, de otras personas. Amante de la lectura, leyó todo lo que encontró. Recuerda incluso, que los miércoles llegaba el tren que traía el diario del domingo previo. “Era un diario enorme, hasta a veces traía un apartado que eran las sesiones del Congreso. Yo leía todo”, expresa.

Luego, trabajó también para la obra del cable carril del cerro Catedral, después en distintas obras públicas “como la ampliación del hospital, el edificio de Telefónica”, añade entre sus recuerdos.

Vicente y Carmen tienen tres padres, abuelos y bisabuelos. Foto: Marcelo Martínez.

En 1955 ingresó a trabajar en Aerolíneas Argentinas, “cuando recién comenzaba, la empresa se fundó de cuatro empresas mixtas”, añade con la certeza de quien sabe perfectamente de lo que habla. Allí trabajó durante 28 años y llegó a ser el gerente en 1965 hasta que se jubiló, en 1994.

Fue testigo, en esos años, del crecimiento de la empresa, pero fundamentalmente, de la ciudad. “Bariloche siempre vivió una historia muy peculiar. Era territorio nacional, los gobernadores los designaban y fue así hasta 1957”, contó.

Vicente Ojeda tuvo una fuerte participación en las instituciones de la ciudad. Entre charla y charla, le pregunto cuál es la época que más recuerda y me explica que entre sus 30 y 50 años aproximadamente, participó en muchas actividades que hoy recuerda con cariño.

En 1960, “fui pescado”, dice entre risas. Es que en ese año, se casó con Carmen Haun, una mujer nacida en La Dulce, un pueblito cerca de Necochea, conformado por la colectividad danesa. Carmen vino a trabajar a Bariloche y se quedó para siempre. “Venían en la temporada a trabajar y siempre agarraban a algún incauto”, agrega sonriendo el hombre. Carmen se enamoró de Vicente y contrajeron matrimonio hace más de 60 años.

“Qué aguante, ¿no?”, acota Carmen tapándose la boca con una mano mientras se ríe con picardía. Juntos recuerdan cómo llegaron a la vivienda que sigue siendo su hogar. Compraron esa casa cuando el barrio, era prácticamente campo. “Era la típica vivienda del Banco Hipotecario”, indica Vicente, pero ellos, de a poco, la remodelaron por completo.

Aunque algunos años vivieron en la casa que proveía la empresa Aerolíneas Argentinas para sus empleados, luego se instalaron definitivamente allí. Padres de tres hijas mujeres, también son felices abuelos de siete nietos y hasta flamantes bisabuelos.

Don Vicente recuerda que fue el presidente "más joven" del Club Andino. Foto: Marcelo Martínez

Vicente es un amante del esquí desde que se subió por primera vez a las tablas. Con el tiempo, practicó distintas especialidades y lo hizo hasta hace pocos años. Dice, totalmente seguro, que si fuera por él, seguiría esquiando, pero un golpe que tuvo hace un tiempo, del que afortunadamente no le quedaron secuelas, dejó a su familia preocupada.

Cumplió 90 años y aunque aseguró que no haría ningún gran festejo, tenía mejores planes. Café con amistades, cena con la familia. “Además, Osvaldo, que es uno de mis primeros amigos y vive en California hace mucho, está acá así que no podría pedir más”, explica.

Sigue leyendo, como lo hizo de niño, de joven y ya adulto también. Confiesa, entre sus proyectos, que no descarta la posibilidad de escribir un libro, para el que en mi interior, pienso, no bastaría un solo volumen. Con los 90 años vividos de Vicente, hay tanto para escribir, que un solo libro no alcanzaría.

“Podríamos charlar días enteros”, dice en relación a las miles de anécdotas y a los infinitos recuerdos que tiene de cuanto se le pregunte de la zona, y no exagera. Es que hay gente con la que nunca se acaban las conversaciones y Vicente, sin dudas, es una de esas personas. (ANB)

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