viernes 29 de marzo de 2024

Contraluz en agosto

“Es un un juego infinito de luces y de sombras”. Reflexiones y sensaciones de una época del año que deslumbra.

miércoles 05 de agosto de 2020
Contraluz en agosto

*Por Alejandro Vaccari.

Caminar por un bosque añoso, de árboles enormes las lengas con sus cortezas de grises claros, los coihues gigantes y sus nudos pintorescos algún que otro arrayan, con su color marrón claro y su textura suave como una piel.

Es un momento extraño, enmarcado en un silencio profundo interrumpido solo por algún pájaro, y uno que otro auto sonando a lo lejos es un momento sereno y sublime, a la vez frío y húmedo en agosto anoche llovió copiosamente, en la montaña seguramente ha nevado, es invierno aún, y cada rincón sombrío se halla tapizado de blanco.

Lentamente mientras camino éstos senderos voy adentrándome en la espesura de mi propio sotobosque acompasando la respiración agitada con el andar y los pasos contemplando éstos árboles, que ya estaban aquí antes que nacieran mis padres el sol, que asoma de a ratos, juega conmigo, y sin decidirse una y otra vez cambia de lado.

De repente surge el contraluz, el sol está ahora por delante y en diagonal sobre mi y en el suave descender de su cálida luz, ilumina las hojas mojadas y miles de gotas de agua, que aún penden de las hojas destellan sobre el verde meciéndose en chispas, como las guirnaldas de las luces de navidad una blanquecina bruma, apenas perceptible surge desde suelo húmedo el sendero se vuelve surreal, y aunque saco un par de fotos con la cámara su lente no captura el detalle que perciben mis ojos y sentidos entonces me limito a hacer silencio y contemplar sin palabras.

Que la belleza y el encuentro, vuelven sutil lo cotidiano, algo para sentir y percibir y lo sutil a veces no puede explicarse, con palabras que no alcanzan o intentan torpemente descifrar y describir el misterio de éste bosque viviente un ser completo y vivo, lleno de diversidad, que late, respira, cambia y existe que, como nosotros, también trata de crecer, y paciente se eleva hacia el sol en busca de éstos rayos de luz, vida y calidez.

Es bellísima una tarde diáfana de sol, pero creo que la luz es aún más bella cuando sus haces se cuelan entre hojas, ramas y rocas, en un juego infinito de luces y de sombras, lleno de contrastes, brillos y reflejos. Un juego infinito, donde la vida, con la luz cobra más vida, y se eleva desde el barro intentando quizá algún día, alcanzar las mismas estrellas…

Este contraluz abre mi corazón, igual que abrió la roja flor del notro, por cierto, en agosto, aún en flor.                                                                                                        

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