viernes 26 de abril de 2024

Affectio societatis

Un análisis sobre la sociedad actual y el aporte que los ciudadanos hacemos a ella.

domingo 06 de noviembre de 2016
Affectio societatis

Affectio societatis: intención de los socios de permanecer y contribuir a una sociedad, decisión que por supuesto debe ser libre, y que se expresa colaborando activa y conscientemente en perseguir el fin común que se convino. Este concepto muy generalizado en las charlas empresarias debería también poder ser aplicado a las comunidades en las que vivimos, pero algo ha cambiado en las últimas décadas.

El pasado viernes por la madrugada el duro viento patagónico voló las chapas de la mitad del techo del San José Obrero en el barrio Nuestras Malvinas, ese predio de los salesianos que llegaron hace más de un siglo a esta zona, en este momento sobre el terreno triangular se levanta la capilla y atrás de esta, el salón comunitario, la capilla era de madera y una de las nevadas históricas la tiró. Durante el tiempo que tardó en volver a ser levantada por los mismos vecinos, ladrillo a ladrillo (ahí no hubo colectas millonarias ni aportes extraordinarios como con la Inmaculada) el salón comunitario se transformó también en iglesia, con bautismos y casamientos incluidos, también fue salón de fiestas de cumpleaños, lugar de encuentro de los vecinos, punto de distribución de leña del Plan Calor, sala velatoria, espacio para recitales, y desde hace 3 años la sede del Taller San José Obrero, proyecto de promoción de los jóvenes del alto a través de los oficios y la práctica laboral.

Ladrillo a ladrillo, tirante a tirante, con mano de obra siempre donada, fue tomando forma, siempre precario, siempre con ilusiones de mejora de los que lo habitamos.

La gente del barrio lo conoce bien porque va a la misa, o manda a sus chicos al taller de los sueños de Vicky Sabatte, o a la catequesis, o porque escuchó el ruido de los jóvenes trabajando en herrería, o por tantas actividades que pasaron en todos estos años, y se renuevan siempre.

El viernes por la madrugada el duro viento patagónico voló la mitad de las chapas del techo, en pocos minutos más de 10 chapas volaron al terreno que rodea el salón. Apenas despuntó el día fueron retiradas por dos vecinos que tienen sus casas justo en frente de la capilla y el salón, uno de ellos las guardó en su terreno, les puso maderas y piedras grandes encima para que dejaran de volarse, y cuando llegó la gente que conduce las actividades en la capilla les avisó que ahí estaban guardadas listas para ser colocadas de nuevo. El otro vecino recolectó también chapas las apiló en su terreno y empezó a clavarlas en una ampliación que realiza en su casa, delante de todos, a plena luz del día, justo en frente del salón comunitario de todos con el techo volado, el mismo día que se volaron.

¿Qué nos pasó como sociedad? ¿Qué envenenamiento social hemos consumido como para llevar adelante estas prácticas?, suena a viejo pero creo que cuando los de más de 40 éramos chicos, dos o tres décadas atrás, era impensable que un vecino se robara frente a todos las chapas del salón comunitario de una capilla y que encogiera los hombros cuando se le reclamaba, hay muchas acciones que algunos pueden construir como moralmente aceptables mientras otros no, pero definitivamente se han roto códigos que aceptábamos todos.

Siempre hubo gente más o menos comprometida con su comunidad pero el neoliberalismo de los 90 fue un punto de inflexión obsceno en la destrucción de los códigos culturales de convivencia, la desocupación como método de disciplinamiento social para transferir renta a los más poderosos destruyó la familia, el mensaje individualista del sálvese quien pueda, el “no te metás” con su primo hermano el “algo habrán hecho”,  el modelo del “self made man”, (ahora rebautizado como meritocracia) todas condiciones que condenan el esfuerzo puesto en lo colectivo, la construcción social, el objetivo en común. Cada vez más nos quieren como islas, de esa manera somos más dominables, más rentables, más asustables, más engañables, más corrompibles.

Todas las capas sociales están contagiadas de esta enfermedad, los empresarios y funcionarios que evaden impuestos, transfieren a paraísos fiscales, se enriquecen con Lebacs o dólar futuro, descargan sus planes económicos sobre los más débiles, los legisladores que defienden auto asignarse el doble de aumento que votaron para el resto, y que con un cinismo a toda prueba dicen que si no les pagamos los $170.000/mes que pretenden no darán garantías de honestidad porque con menos no pueden vivir, con el mismo razonamiento los jueces defienden no pagar ganancias argumentando que si no ganan mucho más que el resto no podrán asegurar la honestidad de sus fallos, desde esos ejemplos baja la corrupción y el egoísmo, siempre contada al revés por los medios del poder, baja peldaño a peldaño ensuciando todo, hasta los ciudadanos de los barrios populares, y entonces, roto todo el contrato social, viendo que los que deberían gobernarnos nos roban, los que deberían cuidarnos nos matan o se matan entre ellos, los que deberían defendernos venden sus fallos en una justicia de clase que pocas veces hace justicia real, entonces?… que me queda?,… me robo las chapas del salón comunitario, si todos lo hacen yo no quiero ser un boludo.

Es sin duda el logro simbólico más importante del sistema que nos quiere separados, brutos, enemigos, egoístas, alienados, consumiendo productos y sustancias sin control, aunque nos lastimen.

De esa manera se evita que nos juntemos a pensar entre todos otro plan, uno que promueva un futuro que nos contenga a todos, que nos empodere y a la vez nos haga responsables, para que no haya ninguna posibilidad que naturalicemos que nos roben descaradamente los de arriba,… o nos robemos descaradamente entre nosotros las chapas.

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