Un Estado ausente en un conflicto que necesita respuestas inmediatas

Anualmente Bariloche recibe miles y miles de turistas que son los que encienden el motor de la economía, que mueven a una de las ciudades más importantes del país, y acaso del mundo, en materia de servicios. Y es por eso que el visitante se merece la mejor atención desde que baja de un avión o de un colectivo. 

Pero resulta sorprendente la situación de “apriete” a la que son sometidos cientos de turistas cada vez que deben partir o cada vez que arriban a la ciudad, en una Terminal de Ómnibus que ya de por sí presenta varios problemas edilicios y ha quedado “chica” para el movimiento que la ciudad tiene por estos tiempos.

Tal vez, para muchos de los visitantes el problema pasa inadvertido, sin embargo no deja de ser una situación incómoda y a veces violenta, los requerimientos de los maleteros que a los gritos o insultos, exigen a los visitantes una propina o el pago de una suma de dinero.

Una década es mucho tiempo para que el Estado municipal deje librado a su suerte una situación tan anárquica como la que a diario se sucede en las dársenas. Nadie puede o nadie quiere poner límites y hacer respetar las normativas municipales.

En pocas terminales del país se puede advertir un vínculo entre los maleteros con los turistas o con los choferes, donde se manejen con este grado de impunidad.

Más insólito aún resulta que el Estado, en este caso el municipio, deje librado a su suerte a cientos de visitantes que diariamente pasan por la Terminal de Bariloche, y que son los que mueven la economía de una ciudad que hoy los necesita más que nunca.

Frustrada la gestión de María Eugenia Martini, el tema parece haber entrado en un terreno fangoso, donde se terminaron de romper todos los vínculos y las soluciones parecen cada vez más alejadas. A paso lento, el intendente Gustavo Genuso busca avanzar en una resolución aunque todavía no han logrado un proyecto que estratégicamente brinde una solución abarcativa a todos los sectores involucrados. (ANB)