viernes 26 de abril de 2024

La FIFA, Cristina y el Vaticano

La acusación no cayó sobre algunos barones del conurbano ni sobre el gobierno chavista. Esta vez, de los 14 imputados por la fiscal general de Estados Unidos, hay tres argentinos y uno de ellos es nada menos que el presidente de Torneos y Competencias.

domingo 31 de mayo de 2015
La FIFA, Cristina y el Vaticano

En efecto, Alejandro Burzaco, el hombre que se fotografió junto al arquero de Boca Agustín Orion el día del superclásico jugado en la Bombonera el pasado 7 de junio y que terminó en el escándalo del gas pimienta, está al frente de la empresa que creó hace más de tres décadas Carlos Ávila. TyC es un holding del que Burzaco era accionista minoritario y llegó a la presidencia después de que DirecTV compró acciones de TyC. A través de dos empresas (TRISA y TSC) están asociados con el Grupo Clarín para producir contenidos para el canal TyC Sports. TyC además opera Fox Sports para el Cono Sur. Los otros dos argentinos imputados en la denuncia multimillonaria de corrupción son Hugo y Mariano Jinkis, titulares de la empresa Full Play que, entre otras cosas, maneja los derechos de televisación de la Copa América Chile 2015 que comenzará el próximo 11 de junio. Por la mañana del pasado miércoles se supo que estos tres argentinos estaban implicados. Por la noche, la Cancillería recibió un pedido de detención que cayó en el juzgado federal Nº 8 a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi.
El comunicado emitido por el Departamento de Justicia de Estados Unidos habla de no menos de 150 millones de dólares pagados en coimas y 24 años continuos de corrupción entre funcionarios de la FIFA, justo dos días antes de la elección de sus autoridades. La escena no deja de parecer un tiro para el lado de la Justicia: un grupo de señores poderosos, acostumbrados a gozar de impunidad, llegaron al Hotel Baur au Lac, se instalaron en las suites con vista al lago Zúrich y a los Alpes suizos y, en la madrugada del miércoles 27, una docena de policías suizos con participación de agentes del FBI ingresó a sus habitaciones y los llevó presos. Esta vez, la Justicia helvética colaboró con su par de Estados Unidos y todo indica que los acusados serán extraditados para ser interrogados y juzgados en ese país. Eso sí, con la tasa de prisionización más alta del planeta y con las cárceles llenas de hombres de tez negra y cetrina, en Estados Unidos quedan en la calle quienes pueden pagar altas fianzas. Para los acusados del Fifagate, los montos millonarios no son tan siderales como las comisiones ilegales que parecen haber cobrado.
La afroamericana Loretta Lynch cumplía apenas un mes en el cargo de fiscal general de Estados Unidos el mismo día que monitoreaba la operación policial en el lujoso hotel de Zúrich. Una nueva versión de la saga de El padrino podría inspirarse ahora en los perfiles de quienes, según la fiscal Lynch, llevan más de dos décadas de extorsiones, lavado de dinero y fraudes de todo tipo. La utilización de bancos norteamericanos para cometer los delitos y el hecho de que la confederación de fútbol que nuclea los países del norte y del centro de América más los del Caribe (Concacaf) tenga sede en Miami, habilitan que el juicio se haga en Estados Unidos. Jeffrey Webb, mandamás de la Concacaf, podría ser la figura estelar: es oriundo de las Islas Caimán, donde hay 50 mil habitantes pero tiene una federación del fútbol local que le permitió a Webb saltar a la presidencia de una confederación regional. No sólo eso: es un alto ejecutivo del Fidelity Bank de las Caimán –paraíso fiscal por antonomasia– y al mismo tiempo auditor y vicepresidente de la FIFA. Es uno de los hombres de confianza del hasta ahora intocable Joseph Blatter. Pero, cuidado, aun muerto, Julio Humberto Grondona recibió munición pesada. Según la fiscal Lynch, el hombre del “todo pasa” en su anillo de sello habría recibido 15 millones de dólares. Es decir, un 10% de este principio de bola de nieve. La elección del próximo presidente de la AFA, ¿estará vinculada a ver quién es el heredero de los negocios ocultos en la calle Viamonte?
Casi en tiempo real, la noticia ganó un espacio inusual en la página de noticias de The New York Times, acostumbrado a titulares con béisbol, básquet y fútbol americano, esta vez tuvo la primicia porque la data surgía de los tribunales de la Gran Manzana. De inmediato saltó a la primera plana de los portales de los diarios norteamericanos, europeos y del resto del planeta. La clave de la investigación es que un ex secretario de la Concacaf, Charles Gordon Blazer, había sido agarrado in fraganti en un negociado en 2013. Para evitar ir preso, como en las películas, se prestó a usar micrófonos ocultos y así el FBI pudo acumular grabaciones que llevaron a que, casualmente, dos días antes de la elección del presidente de la FIFA, la pelota dejara de girar.
El tono de las acusaciones de Loretta Lynch en la conferencia de prensa de la mañana del miércoles se asemejaba al de Robert Jackson, el fiscal que cargó contra Hermann Goering, Rudolph Hess, Joaquim von Ribbentrop y otros jerarcas nazis en los juicios de Nuremberg por los crímenes del Holocausto. Ahora, el motivo es mucho menor: pese a las leyes de persecución al dinero del narco y el terrorismo, Estados Unidos tiene bancos donde se lava dinero como también paraísos fiscales, como Delaware, donde están las sedes centrales de la mayoría de las 500 empresas norteamericanas consideradas más grandes por la revista Fortune. La financiarización de esta etapa del capitalismo permite que las naciones consideradas serias y respetables tengan una puerta de atrás para hacer las trapisondas. El escándalo de la FIFA sucede un año después de que el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés) destapara el Luxembourg Leaks, que dio datos precisos de la operatoria de evasión impositiva de 350 corporaciones a través de bancos de ese Estado. La operatoria es tan simple como impiadosa: las empresas tienen la operación en una nación en la que no pagan impuestos, sino que lo hacen en ese pequeño ducado que está enclavado entre Francia y Alemania. Allí, por supuesto, los impuestos son bajísimos. El Fifagate tomó una gran trascendencia mientras que ningún medio importante le dio trascendencia, un año atrás, a la denuncia del ICIJ en el momento en que el ex primer ministro luxemburgués, Jean Claude Juncker, era electo presidente de la Comunidad Europea. El mismo día en que la fiscal Lynch cargaba contra los corruptos de la FIFA, Jeff Bezos, presidente de Amazon y dueño de The Washington Post, tomaba una decisión tardía pero correcta: dijo adiós a Luxemburgo y decidió que Amazon pagará impuestos en los países donde opera. Como si quisiera tributar a la ética capitalista weberiana, en realidad, Bezos dio un paso al costado para evitar que las investigaciones sobre corrupción que pesan sobre Amazon lleguen a mal puerto.

Francisco y Cristina. La Presidenta va a estar en la residencia de Santa Marta el próximo domingo en una audiencia privada con Francisco. En estos intensos dos años y dos meses al frente del Estado vaticano, Jorge Bergoglio no sólo transmitió mensajes de austeridad y de paz. Puso la lupa sobre el Instituto para las Obras de la Religión (IOR), la llamada banca vaticana. Se trata de una pequeña institución de un centenar de empleados y una facturación anual de unos 10 mil millones de dólares con 20 mil clientes. Como el Vaticano está sometido a la Justicia de Italia, desde 2010, los tribunales de Roma tenían datos de desvío de fondos y lavado de dinero que implicaban al entonces presidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi, y otros prelados. El Papa argentino y peronista decidió que se publicaran todos los papeles sobre la corrupción en el IOR y además puso al frente a un equipo de su entera confianza donde están dos cardenales (Raffaele Farina y Jean Louis Tauran) y una laica egresada de Harvard (Marie Ann Glendon). Es decir, Francisco no dejó el flanco del financiamiento de los religiosos en manos del azar.
En la Argentina, la palabra corrupción no es pronunciada por el oficialismo y en boca de muchos opositores no deja de ser un panfleto de campaña. El Fifagate, con todo lo aparatoso que resulta, parece ir a tono con algunas de las reacciones que se viven en varios lugares del planeta. En España, hay decenas de alcaldes presos o procesados, cientos de dirigentes del Partido Popular y del Partido Socialista también están tras las rejas o declaran ante los tribunales por delitos que se cometen en todos los países y que en la Argentina forman parte de los naturalizados tratos sucios para –supuestamente– financiar la política. Una propuesta de dos ciudadanos –Alejandro Drucarof y Mori Ponsowi– para que todos los precandidatos se pronuncien contra la corrupción tiene un grado creciente de adhesión. Plantean algo mínimo: una ley de acceso a la información pública, limitar los fondos reservados y crear la figura del arrepentido (como dos ex gerentes de Petrobras en Brasil y como Blazer en el Fifagate). Es cierto que en el Vaticano las cosas no explotaron como escándalo, probablemente se deba a que Francisco dijo: publiquen todo, no escondemos nada.
La transparencia no parece marketing vaticano sino una pata más de una conducción encaminada a ganar enemigos sin dar flancos innecesarios. En efecto, el vacío que buena parte de los poderosos hacen al jesuita se debe a que se mete en los temas calientes. Lo hizo con el genocidio armenio e incomodó a Turquía, socio de Estados Unidos en esa región caliente. Lo hizo al canonizar a dos monjas palestinas. Lo hace en esta región del continente: su acercamiento a Evo Morales, probablemente el más radical de los mandatarios latinoamericanos, tiene un punto álgido en la decisión del Papa de apoyar la salida al mar de Bolivia. Hace pocos días, Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina y gran apoyo del Papa desde hace años, juntó a académicos bolivianos, chilenos y peruanos en la coqueta sede de Puerto Madero para dar un impulso a ese histórico reclamo. Está claro que cuando Francisco visite Bolivia en los primeros días de julio, el tema estará al rojo vivo. Pero también será un asunto de agenda cuando Michelle Bachelet visite a Francisco, el viernes 5 de junio, dos días antes de la llegada de la presidenta argentina.

Te puede interesar
Últimas noticias