jueves 28 de marzo de 2024

Opiniones

Entre los paros y las negociaciones gremiales, ¿cómo quedan las familias?

¿Qué posición tomán madres y padres ante la noticia de la suspensión de clases? ¿Cómo se organizan? ¿Cuánto apoyo brindan a los trabajadores responsables de la educación de sus hijos?

jueves 01 de septiembre de 2022
Entre los paros y las negociaciones gremiales, ¿cómo quedan las familias?
Foto: Marcelo Martínez
Foto: Marcelo Martínez

Por Cecilia Russo.

La suspensión de actividades, especialmente en el sector docente y de trabajadores estatales, deja en las mayorías de las familias un revuelo organizativo y un sentimiento de contrariedad entre apoyar el reclamo y velar por el acompañamiento educativo de los hijos.

Luego de la pandemia, cuando las clases presenciales estuvieron imposibilitadas, cobró más fuerza la importancia y la necesidad de la asistencia de niños y jóvenes a las escuelas. No solamente por la continuidad del proceso de enseñanza sino también porque los establecimientos educativos suelen responder a otras necesidades sociales de las familias y los más pequeños y adolescentes.

Con la presencialidad normalizada, aparecen otros desafíos en la asistencia. El difícil contexto socio económico que atraviesa el país ha llevado a los representantes de los trabajadores a tomar cada vez medidas más fuertes en reclamo de una recomposición salarial que acompañe esa situación.

En Río Negro, desde julio se vienen llevando a cabo las últimas negociaciones entre los gremios y el gobierno provincial, de público conocimiento, las cuales no han llegado a buen puerto. Reuniones, paritarias, reclamos, marchas, paros de 24, 48 o 96 horas, van y vienen de un sector a otro. Y en el medio, los chicos y las familias deben acatar las decisiones de cualquiera de las partes y reorganizarse en base a estas.

Durante la última resolución de paro y posterior llamado a conciliación obligatoria, esta redacción pudo hablar con varios padres y madres, consultar su opinión al respecto. Si bien son variados los argumentos, todos concluyen en apoyar el reclamo de los trabajadores aunque sienten que las familias y –más importante – los chicos no son tomados en cuenta a la hora de llegar a un acuerdo.

En principio, uno de los reclamos más comunes surgió en que la medida de fuerza fue comunicada casi al finalizar el día, lo cual dejaba a las familias a la deriva de la reorganización cotidiana. “Nos avisan a esas horas de la noche en las que ya no tenemos forma de organizar el día siguiente. Debo llevar a mi hijo conmigo (quizá a los 2) a trabajar y volverme loca para arreglármelas y someterlo a todo mi trajín. Siento que sus derechos como niño están siendo vulnerados de esta manera. Pero si no trabajo, no tenemos para llegar a fin de mes; no me puedo dar el lujo de parar. Entiendo el reclamo, pero los únicos que sostenemos el paro que somos las familias que debemos organizarnos a como dé lugar para que nuestros hijos no queden a la deriva y seguir cumpliendo con nuestras responsabilidades”, comentó una mamá de dos niños.

Y agregó: “Me encantaría que puedan cobrar mejor, todos lo necesitamos y merecemos. También entiendo el pedido de mejoras en infraestructura e insumos, pero esta forma de reclamo está totalmente agotada. Al gobierno ni le importa lo que les pasa a los docentes, ni lo que nos sucede a las familias con cada paro”.

Por otro lado, expresaron: “Acá no es cuestionar el reclamo. Yo cuestiono la metodología y el adultocentrismo . Tanto que hablamos de los peques, de cuidarlos, y al final, chau, jódanse. Están jugando una guerra entre políticos y el sindicato y todos en el medio con las consecuencias”.

Otras familias comienzan a replantearse el sistema de educación pública también. “Cuando terminé de leer la noticia del paro empezamos a replantearnos con mi pareja de ver si podemos mandarlos a la privada. No tenemos problemas de organización por suerte pero sí me duele mucho lo que se pierden de aprender”.

“Tengo 4 hijos. Los primeros tres hicieron, igual que yo, todo en el Estado, pero hoy es imposible con la menor, haciendo un acto incoherente con mis valores; pero si no hay clases no trabajo. Es muy simple la ecuación. De todos modos también me toca porque atiendo muchas mamás que si hay paro no pueden venir”, añadió otra mujer.

“Saldría a reclamar para que esto se termine, porque sé que el reclamo es válido desde todos sus puntos y es necesario que el juego que hacen con el pueblo se acabe”, manifestaron también.

Se sumó en las opiniones otra mamá de dos niños que asisten a la escuela pública y que también es docente. Ella dijo: “Entiendo el enojo  que sienten las familias y quisiera que ese enojo se uniera al que sentimos quienes pertenecemos al gremio docente cuando vemos que las escuelas se caen a pedazos y a nadie le importa nada. Cuando los chicos no tienen útiles y los ponemos de nuestro bolsillo. Cuando queremos ir al médico de la obra social que pagamos y nos cobran un plus de 1000 pesos y los especialistas no nos cubren. Cuando vamos al supermercado y compramos tres pavadas y el ticket son 10000 pesos”.

Otra madre, vicedirectora de un establecimiento educativo, sumó que “todas las instituciones que se ocupan de la infancia están colapsadas o desaparecidas. Como escuela vamos buscando y rogando atención psicológica para niños, acompañamiento a madres que están en situaciones muy complejas, etcétera. Y es encontrarse con muchas paredes donde se nos agotan los recursos y energía. A la vez, somos un montón de profesionales de la educación y salud que estamos dando todo y más para lograr garantizar infancias propiamente dichas. Siempre digo, sería tan fácil para un gobierno garantizar buenos sueldos en educación y salud y ganaríamos tanto en bienestar social. Los paros nos desgastan a todos, y son medidas que sostenemos llenas de contradicciones”.

En este último punto, la mayoría coincidió en que “si toda la sociedad acompañara los reclamos haciéndolos propios (porque justamente en las escuelas dejamos lo más valioso que tenemos, nuestros hijos) creo que la historia sería diferente. No nos equivoquemos. Esto no es una lucha por el sueldito, es por la educación en general y la situación de desfinanciamiento en la que estamos hoy me recuerda peligrosamente a los 90. La educación no puede ser una variable de ajuste”.

Y también, sugirieron que “ojalá la escuela nos oriente o nos informe qué es lo que pasa, por qué paran, qué es lo que piden y cómo podemos colaborar. Nunca  pasó que nos convoquen a las familias para entender qué pasa ; siempre es un aviso  sin mucha más explicación”.

“Quisiera que la escuela o el gremio incluya a las familias con información completa”, reforzaron en el pedido. (ANB)

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