viernes 19 de abril de 2024

Fuego

Los cinco factores que pueden definir la recuperación de los bosques incendiados

“Es triste pero hay bosques que cuando se queman, están destinados a perderse”, advirtió un biólogo. Cómo podemos recuperarlos.

martes 25 de enero de 2022
Los cinco factores que pueden definir la recuperación de los bosques incendiados
Cómo podría ser el trabajo luego de los incendios de recuperación del bosque. (Foto: Marcelo Martínez)
Cómo podría ser el trabajo luego de los incendios de recuperación del bosque. (Foto: Marcelo Martínez)

Por Cecilia Russo.

Desde el  7 de diciembre, el fuego en la zona de lago Martin, Steffen, Villegas y Cañadón de la Mosca abrió el debate sobre su lucha, el cambio climático y las nuevas condiciones de sequía en la región. Si bien el combate contra el fuego continúa, ya se evalúa cómo podría ser la recuperación y reforestación del bosque.

La zona del valle El Manso, paraje Río Villegas y seccional del Steffen se caracteriza por ser “un mosaico de vegetación bastante diverso”. A mayor elevación están los bosques de lenga, altos y achaparrados, más abajo están los coihues y cipreses, y más hacia el Este hay una transición a matorral con nativas como radal, maitenes y ñires. Todo este ecosistema arbóreo y de plantas no sólo se ve afectado por el avance del fuego sino por la inestable recuperación que podría sufrir.

Según  Juan Paritsis, biólogo y especialista en ecología de los bosques del Inibioma-Conicet,  el estudio del impacto del fuego en la vegetación se puede abordar a través de cinco factores. ANB dialogó con el experto para saber cómo podría ser el trabajo posterior de recuperación.

Observar la vegetación

“Si tenemos lenga, su capacidad de recuperación después de un fuego es bastante pobre en nuestra zona. Puede demorar cientos de años en volver o puede no volver nunca, dadas las condiciones climáticas que se dan en la actualidad que son más secas y calurosas”, adelantó primeramente Paritsis. A su vez, pronosticó el futuro de los bosques de coihue y ciprés: “podrían recuperarse más fácilmente que la lenga, dependiendo de las condiciones climáticas”.

El clima, la topografía y otros puntos son claves para optimizar los recursos de reforestación. (Foto: Marcelo Martínez)

Entre que las semillas del coihue y del ciprés se dispersan más lejos y sus plántulas son más tolerantes a un ambiente abierto y soleado, y que el ciprés tiende a permanecer luego de los incendios en lugares donde hay poco combustible, “muchas veces se pueden recuperar estos bosques de forma natural”, explicó el biólogo.

Y agregó: “los que mayor capacidad de recuperación tienen son los matorrales porque hay muchas especies que rebrotan. Radales, lauras, maitenes, si son quemadas las partes aéreas tienen la capacidad, en general, de regenerar muy bien”.

Cuánto daño causó el fuego

Otro factor a observar se centra en la severidad del incendio, cuánto daño hizo.  “Podemos tener uno que fue muy severo, que haya quemado el follaje por completo, incluso las raíces y, entonces, hay una mortalidad muy alta. Por otro lado,  si tenemos un fuego que avanza muy rápido, tenemos como resultado un incendio menos severo donde, quizás, quedan algunos parches sin quemar y, en ese caso, es bueno porque los semilleros están ahí”, señaló el especialista en el área.

A lo cual agregó: “independientemente de eso, tenemos la extensión. Si el incendio es muy grande y continuo, es muy difícil que lleguen semillas al núcleo. La regeneración del bosque siempre avanza desde donde hay árboles que no se quemaron. Si tenemos una zona muy extensa, de manera muy severa, va a ir avanzando desde el borde y será un proceso muy lento”.

El fuego ya arrasó con más de seis mil hectáreas. (Foto: Marcelo Martínez)

El lugar, un punto clave

También, la ubicación del incendio es importante para conocer cómo encarar una futura reforestación: si el fuego se dio en las laderas Norte, la exposición al sol es mucho mayor y, por ende, son zonas más secas y de calor.

“Es más difícil para las plántulas germinar y desarrollarse en esas condiciones, comparadas con las laderas Sur que por lo general son más húmedas. La ubicación tiene influencia en la recuperación del bosque”, dijo Paritsis.

“Y también hay lugares que, como los cañadones, que también son más húmedos y ahí, en general, se ven árboles sobrevivientes. Si se establecen semillas ahí, hay más chances de que puedan prosperar”, añadió.

La era del cambio climático

“Otro tema, que se ve a nivel global, es sobre el cambio climático, el clima luego del incendio es importante”, advirtió el referente del CONICET.

“Si hay varias temporadas lluviosas, con primaveras y veranos húmedos, hay más chances de que esas plantas prosperen. Lamentablemente, eso ocurre cada vez menos. Por el cambio climático, no estamos teniendo un clima propicio para la regeneración después de un incendio”, contó.

Las manos humanas

Por último, está cómo puede interferir el factor humano. En esta etapa, Paritsis recomendó, por un lado, evitar el ganado en la zona de una posible recuperación: “en muchos casos,  la gente lleva  sus  vacas a alimentarse en algunos lugares donde pasó el fuego y empezó a crecer la hierba porque no tienen otras opciones. Pero si justamente se ponen animales muy temprano a pastar puede afectar  a las especies arbóreas que son las que van a determinar qué tipo de vegetación va a volver  en ese lugar. Las plántulas son muy vulnerables y los años iniciales son críticos”.

El bosque andino patagónico se caracteriza por la presencia de lengas, cipreses y coihues, entre otras especies. (Foto: Marcelo Martínez)

Otro punto fundamental son las plantaciones de pinos: “es una especie adaptada al fuego y es buena para para volver, crece mucho más rápido y se establece mucho mejor en condiciones de sequía. Por eso compite y no deja que vuelva el bosque nativo. En esos lugares hay que evitar que se den estas invasiones”, remarcó el biólogo.

¿Hay que cambiar el paradigma?

Paritsis insistió en la necesidad de, tras los incendios, hacer un mapeo de la severidad, el grado de afectación del paisaje, los tipos de vegetación que se vieron afectadas y evaluar la topografía para ver en qué lugares el bosque quedó muy deteriorado y sin capacidad de regenerarse por cuenta propia. “En esos caso hay que evaluar si en ese lugar se ponen plantines y/o semillas, cuáles son las chances de tener éxito”, indicó con el fin de no agotar recursos.

Y agregó: “hay lugares donde los esfuerzos de regeneración serían inútiles, es triste pero hay lugares que cuando se queman, están destinados a perderse por las condiciones del clima. Por más que nosotros plantemos, el esfuerzo sería poco efectivo. Estamos con un panorama climático muy complicado”.

Medir el grado de afectación del paisaje, es clave para la recuperación de la vegetación. (Foto: Marcelo Martínez)

A partir de esta situación, y en un contexto mundial de cambio climático que no permite una pronta recuperación de las especies perdidas, el trabajo debe pasar por plantear una nueva estrategia. Y Paritsis reafirmó esta cuestión: “estaría bueno que exista un protocolo estándar que se aplique luego de los incendios para ver si amerita o no esfuerzos de restauración, que son muy costosos. Incluso en lugares donde se tienen muchos recursos, es muy difícil hacer esfuerzos de restauración a gran escala; en general se los deja para que vuelvan solos”.

“En el Hemisferio Norte se está viendo que especies adaptadas a las sequias, como ciertos pinos, están fallando, la semilla no logra establecerse luego de incendios y no vuelven a crecer. Es un drama mundial y lamentablemente lo vamos a empezar a ver más seguido”, aseguró.

En este contexto, también confirmó que “en Patagonia, bajo las condiciones que se predicen sobre el cambio climático, aumentarán las probabilidades que se vean  más incendios en la zona  y consecuentemente tendremos más bosques quemados”.

Por último, el biólogo aconsejó que toda persona u ONG con planes de  reforestación “se asesore previamente con investigadores del CONICET, de la Universidad, del INTA, o de Parques Nacionales para encauzar sus esfuerzos de la manera más eficiente posible en base a los conocimientos que se tienen”. (ANB)

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