¿Cómo es la vida de Martín Breide a cinco años del trasplante?

Por Nicolás Malpede

El lunes pasado no fue un día más en la vida de Martín Breide. Es que se cumplieron cinco años del trasplante de riñón que le cambió radicalmente la vida.

“Lo festejo como un cumpleaños más. Claramente hay un antes y un después de esa fecha en la que por suerte todo mejoró”, señaló el joven de Bariloche, quien se desempeña como profesor de Educación Física en el jardín y en la universidad de River, en Buenos Aires.

“Estoy a full todo el día. Arranco bien temprano y termino tarde. Trabajo mucho y dos veces por semana juego al básquet, mi gran pasión”, sostuvo Martín, en diálogo con ANB. “Antes del trasplante no podía practicar ningún deporte. ¡Me quería morir!”, agregó.

Los problemas de salud de Breide signaron su vida desde muy pequeño. Cuando tenía sólo seis años lo operaron de ambos riñones. Las intervenciones quirúrgicas salieron bien y desde allí en adelante transitó una infancia y adolescencia como la de cualquier chico.

A los 20 años llenó el bolso de ilusiones y se fue a vivir a Buenos Aires, donde se recibió de profesor de Educación Física. A los 25, un día como tantos otros, llegó la peor noticia: tenía que comenzar un tratamiento de diálisis peritoneal porque su función renal era insuficiente.

Ya nada fue igual. Un plan de alimentación restringido, la limitación en la cantidad de líquido que ingería, la medicación y el impedimento de jugar al básquet.

Tres veces por semana se conectaba a una máquina que eliminaba lo que su organismo no podía desechar. En 2004 le avisaron que tenía que ser sometido a un trasplante e inmediatamente fue incluido en la lista del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), compuesta por miles de personas.

Apoyado en su familia y en su fuerza de voluntad, Martín nunca bajó los brazos. Siguió trabajando en jardines, escuelas y en River. Pero el tiempo pasaba y el órgano no llegaba. La ansiedad y desesperación aumentaban.  

El 22 de abril de 2013, tras nueve interminables años de espera, le informaron que estaba dentro de un operativo y que para su fortuna se encontraba en primer lugar. Esa misma noche fue a la clínica para que le hicieran los estudios pertinentes.

Al día siguiente fue a diálisis como todos los martes y un médico le dijo que el riñón que le habían destinado estaba en buen estado. Horas después, le confirmaron el trasplante. Nervios, incertidumbre, miedo y alegría, fueron algunos de los sentimientos que experimentó rápidamente. Lo que había esperado durante años estaba muy cerca de concretarse. Ilusionarse con una vida mejor era inevitable.

Finalmente, el martes 27 de abril Martín recibió el trasplante de riñón. Una nueva etapa se iniciaba, repleta de expectativas y desafíos.

Hoy vive pleno, junto a su esposa Carla y su perra Luna. Sin embargo, no se olvida de todo lo que tuvo que pasar.  

“Mi familia me apoyó muchísimo y sufrió en gran medida. Mi calidad de vida estaba complicada. En la actualidad, cada tanto voy a hacerme controles de rutina al centro asistencial en el que me sometía a las diálisis. Cuando estoy ahí recuerdo todo lo que viví pero no me bajoneo, sino todo lo contrario. Disfruto y valoro estar como estoy hoy. Incluso, voy a saludar a las enfermeras que me atendían y charlamos un rato. Fue una etapa de la vida que por suerte ya pasó”, indicó Breide.

Debe tomar a diario una medicación inmunosupresora para prevenir el rechazo del órgano. Además, tiene que tener algunos recaudos a la hora de alimentarse y realizarse controles médicos con cierta periodicidad. Nada que no pueda sobrellevar bien.

Durante la entrevista, Martín aprovechó para remarcar la importancia de la donación de órganos. “Hay que seguir concientizando a la sociedad sobre este tema”, subrayó.

“La gente tiene que ser consciente de que dando los órganos se pueden salvar vidas o bien mejorarlas como en mi caso”, resaltó.  (ANB)