martes 16 de abril de 2024

De la roca a la joya

El trabajo "invisible" de los técnicos en paleontología.

domingo 12 de febrero de 2017
De la roca a la joya

Por Ari Iglesias y Juan José Moly*

Paleontólogo del INIBIOMA (CONICET-UNCO)

*Técnico Paleontólogo en el Museo de La Plata

 

Mientras volamos en un avión Hércules hacia la Antártida, enganchados de asientos de redes y con tapones en los oídos (por el ruido de los motores a hélice) aprovechamos y charlamos sobre la diversidad de actividades en paleontología con Juan José Moly, técnico paleontólogo en el Museo de La Universidad Nacional de la Plata.

Detrás de todo trabajo científico describiendo novedosos hallazgos de fósiles en Argentina, hay un numeroso equipo de trabajo constituido por técnicos, ayudantes y colaboradores que permiten que esos hallazgos sean aún más extraordinarios.

Su trabajo es generalmente invisible en las publicaciones, pero llevan días y generalmente meses o años en realizarse. Son las personas que llevan de un gran fragmento de roca a lograr hacer visible hasta el último de los huesos o patitas de un animal preservado hace millones de años. Logran que buenos fósiles luzcan como verdaderas joyas a diferencia de otros hallazgos.

Mientras los científicos estudian en búsqueda de las hipótesis que llevaron a tan extraordinarios animales y plantas a vivir en aquel pasado remoto; cómo es que eran los climas y los ambientes y cómo los continentes se conectaron o desconectaron entre sí, los técnicos paleontólogos siguen trabajando y preparando los materiales que recolectaron del campo.

Normalmente su trabajo comienza antes de realizarse el hallazgo. Ellos preparan los materiales a utilizar en las campañas, enlistan las camionetas y se ocupan de las compras de alimentos y herramientas. Una vez en el propio hallazgo del fósil, pocos son los paleontólogos que realmente agarran la pala para excavar, pero muchos son los técnicos que colaboran y pasan días en lugares desolados, con pinceles y pequeñas herramientas de mano, o hasta picos y martillos percutores.

Una vez que gran parte del fósil queda expuesto, los técnicos junto a los investigadores preparan croquis de cómo fueron hallados los restos fósiles, toman muchas fotografías y realizan dibujos de campo. Luego llega la etapa de endurecimiento y consolidación de los materiales, que se realiza con líquidos y solventes especiales (con mucho cuidado de no hacer un gran pegote).

Posteriormente viene la etapa de “embochonamiento”, los técnicos y paleontólogos cubren y protegen al fósil con vendas de yeso y papel-film (como el de los embalajes de electrodomésticos), tare ardua a veces, cuando no es posible hallar agua en los alrededores y deben ser traídos grandes volúmenes desde lugares remotos. El proceso puede llevar nuevamente días completos.

Lo que viene después, no es un detalle menor, los técnicos deben transportar el bochón de yeso con corazón de fósil, hasta los vehículos y camiones para su traslado al museo, donde será preparado. Esta tarea suele ser muy complicada - ya que los fósiles generalmente no se hallan a cerca de caminos - y no siempre los vehículos pueden acceder hasta donde ellos fueron hallados. El yeso, aunque bastante liviano, generalmente agrega peso a la porción de roca y es necesario todo un séquito de técnicos para moverlo y levantarlo. Los fósiles son muy delicados y todo este proceso debe realizarse con el mayor cuidado posible.

Una vez que el bochón llega al museo, los técnicos preparan el lugar más apto para comenzar la limpieza de semejante envoltura. Delicadamente cortan el bochón de yeso y destapan su parte.

Junto con los paleontólogos y los dibujos de campo, deciden cómo comenzar su limpieza debido a que no siempre los huesos están donde deberían estar. Con una paciencia sobrehumana comienzan la lenta limpieza con agujas y herramientas pequeñas en búsqueda de delinear las diferentes piezas fósiles que se hallan dentro de la roca. Es muy común que a cada golpe tengan que agregar algún líquido reforzador para que el fósil no termine rompiéndose, esperar a que seque y luego re-comenzar con su tarea. También es común que fósiles tan importantes como cráneos, estén fragmentados y deformados en miles de pedacitos pequeños, los técnicos hábilmente pegan y reconstruyen las partes faltantes. Parece un cuento de nunca acabar, pero la perseverancia produce mejoras a cada momento y luego de mucho tiempo obtienen una preparación extraordinaria.

Juanjo Moly comenzó su experiencia en fósiles allá por el año 1981 en el Museo de La Plata, cuando apenas tenía 19 años. Aprendió de grandes técnicos del Museo de La Plata y ha acompañado a prestigiosos paleontólogos argentinos y extranjeros. Ha colaborado en la reconstrucción de animales prehistóricos en la exposición de varios museos. Acompaña al equipo de paleontólogos en la Antártida hace más de 30 años (más de 20 campañas antárticas). Además de pasar muchas veces frío, ha realizado numerosos descubrimientos que han sido publicados en revistas internacionales. Confiesa que con cada descubrimiento brinda junto con sus compañeros dentro de las carpas, con hielo azul de glaciares.

Otra tarea extraordinaria de los técnicos paleontólogos es la generación de réplicas a escala de los organismos fósiles; pero esta vez completos y montados en estructuras para que puedan ser observados y fotografiados en los museos. Esta tarea requiere de otras habilidades, materiales y técnicas.

Una vez que los fósiles quedan totalmente limpios de la roca que los rodeaba, los técnicos realizan moldes de plástico de cada una de sus partes. Estos moldes son usados para hacer copias exactas de cada uno de los huesos y que luego, mejoradas, limpiadas y pintadas; se ensamblan como un rompecabezas gigante en estructuras soldadas de hierro (ya que si bien no son tan pesadas como los fósiles originales suelen ser muy voluminosas).

En Argentina hay muchos técnicos paleontólogos en varios museos. Ellos realizan importantísimos trabajos que son reconocidos a nivel internacional. Muchos de ellos viajan al exterior para brindar su trabajo en otros museos o realizar reconstrucciones y limpiezas de fósiles únicos. Una de ellas es Magalí Cárdenas, en la Universidad Nacional de Río Negro en General Roca, quien trabajó en varios museos de Argentina y estadías en Colombia y Panamá; hoy es técnica en el Instituto de Paleontología y Geología. En el Museo Ejidio Feruglio varios técnicos trabajan constantemente en las campañas y los laboratorios, como Pablo Puerta quien hizo campañas en Mongolia, Rusia y EEUU, y realizó el hallazgo de varios de los dinosaurios más famosos de Patagonia. En ese museo también trabajan técnicos como Mariano Caffa, Leandro Canesa y Maximiliano Iberlucea, quienes se especializan en distintas técnicas y diversos materiales fósiles que se estudian en ese museo. En el Museo Argentino de Buenos Aires, técnicos como Marcelo Isasi han preparado fósiles tan bellos y grandes como el cráneo del Carnotaurus sastrei y pequeñas piezas casi imperceptibles. Muchos otros técnicos se especializan en la preparación de materiales fósiles microscópicos como Orlando Cárdenas del Museo Bernardino Rivadavia.

En el Museo de la Plata también se hallan Leonel Acosta Burllaile y Darío Fernández que trabajan con los materiales que más de 50 paleontólogos colectan en ese Museo, pasando desde pequeños roedores hasta los más grandes dinosaurios, usando para ello lupas binoculares y herramientas específicas ( como las de odontología), si el material lo requiere. Ellos realizaron la réplica del cráneo de Megatherio que se expone en el Museo Paleontológico Bariloche, la réplica completa (3,5 metros de alto) no entra en el Museo aún.

Todos estos técnicos y varios más, fueron los que generaron la muestra itinerante “Dinosaurios: Gigantes Argentinos”. Esta muestra consta de más de 100 piezas y ya se ha expuesto en más de 15 países. Es un digno emblema de los largos años que la paleontología tiene en nuestro país; y hasta ha captado el interés de los fondos buitres que quisieron retenerla judicialmente.

Mientras viajamos hacia Antártida, pensamos en los técnicos que colaboran en el Instituto Antártico Argentino, sin los cuales no podríamos realizar semejante expedición y en los cuales depositamos nuestra confianza para nuestra supervivencia. (ANB)

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