martes 23 de abril de 2024

El mandato festivo

Lee la columna del psicólogo Gustavo Marín para reflexionar y re-significar las próximas fiestas. ¿Cómo empezás el 2017?

domingo 11 de diciembre de 2016
El mandato festivo

La burocracia/3

Sixto Martínez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla.

En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. Junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados la obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se hacía, y siempre se había hecho, por algo sería.

Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca.

El libro de los abrazos. Por Eduardo Galeano (1987)

Este es un buen ejemplo de lo que es un Mandato.

Un mandato a nivel psicológico, son los mensajes que hemos incorporado a través de los años a nuestra forma de pensar y actuar. Estos mandatos los adoptamos de manera natural y sin discusión, porque en general son transmitidos por personas que nos representan una autoridad (papá, mamá, parientes, maestra/o, médica/o, cura, personaje de la TV, etc.); y todo iría bien, sino fuera porque algo nos comienza a molestar y hace síntomas.

El problema con los mandatos es que dejan de ser funcionales para nuestra vida actual. Quizás en algún momento tuvieron su razón de ser, como en el cuento de Galeano, el soldado vigilaba para que no se sienten en el banquito recién pintado. El tema es que luego se siguen repitiendo conductas que no tienen sentido, son erróneas y hasta resultan un desgaste de energía inútil y nos estresan, hace que caigamos en conflictos o que mantengamos posturas rígidas poco saludables y racionales.

Los mandatos nos marcan un camino a seguir, por eso nos dan seguridad y certeza, el tema es que quizás ese camino no es el que mejor que nos convenga, y esa seguridad se paga con conflicto (interno y externo) y sufrimiento. Los mandatos se transforman en “patrones de conductas” más o menos inconscientes y nos restan libertad de actuar a conciencia.

Los mandatos familiares, son algo sutiles, pero muy contundentes, muchos llegan a creer que eligen libremente, sin embargo, como en la viñeta, y los orientadores vocacionales saben bien, las influencias familiares se meten en nuestra psiquis.


Con Mandato festivo me refiero a lo que a muchos les pasa con la fiestas que se sienten que no pueden elegir otra cosa de lo que está estipulado, ya que proponer algo diferente es desafiar o contradecir una lealtad de pareja o de la familia. Y el conflicto o se expone y explota afuera, o se lo lleva adentro y rumea, y luego cae mal la comida, o se toma demasiado, o da sueño enseguida o se siente la necesidad de escapar lo antes posible y que el tiempo pase rápido. Quizás sepamos intuitivamente que desafiar un mandato llevará un costo, por eso no resulta tan sencillo simplemente hacer algo distinto o hacer lo que se desea. Y muchas veces no estamos dispuesto a pagar “costos”, aunque el quedar bien con los otros, y mal con uno, también lleva un costo, que no trae conflicto con el entorno, pero si la frustración de no ser fiel a sí mismo.

A veces es mejor no innovar, pero hacernos consciente de lo que nos está sucediendo con lo que elegimos en relación a las Fiestas, que es lo que “ya no nos cierra”, lo que nos desgasta, lo que no le encontramos sentido. Descubrir a lo que nos sentimos “obligados”, sin que nos digan una palabra, y que es lo que secretamente deseo.

Tanto la imagen del nacimiento de Jesús, como la finalización y comienzo del nuevo año, nos puede incentivar a pensar en la Renovación, en las posibilidades de Cambio, en el Soltar las cosas Viejas y darle la entrada a lo Nuevo. Por mi parte me gusta pensar a Jesús como un revolucionario, que ansía que todos seamos más Libres, más auténticos, más felices, sin tantas ataduras a lo tradicional, a lo material, de hecho no nació en cuna de oro, ni era esto necesario para transmitir su mensaje de Liberación y Oportunidad.

Quizás otro Mandato festivo fuerte es tener que estar “bien” o “feliz” para la Fiestas, todo pareciera que tendría que ser de Alegría y Celebración, hay brillos y lucecitas por todos lados. Los psicólogos/as sabemos muy bien que en esta época aumentan considerablemente las consultas. Este mandato de felicidad forzoso trae o aumenta la angustia ya que mucha gente o está en conflicto de que hacer, que otra vez vienen todos a casa y nadie colabora, y/o con quien pasar las Fiestas, o se encuentra que el dinero no alcanza para tanto despliegue comercial de comida, bebidas y mega-regalos; o la tristeza será aún más intensa al tener que transitar las primeras fiestas sin un ser querido que ya no está, sin los hijos/as por la razón que fuera, sin la pareja, o porque después de la fiestas viene la separación prevista, o porque estoy solo y no tengo con quien pasarla. Pareciera que no hubiera espacio para esos sentimientos tan humanos y con tanto derecho a sentir. Cuando las fiestas se vuelven un absoluto, una orden, una obediencia debida, es cuando nos estresa, nos activa el rechazo a veces silencioso, nos llena de impotencia y bronca sumado a todo el cansancio del año.

Re-significar las fiestas es lo mejor que podemos hacer. Podemos hacer un pacto con nosotros mismos de “darnos permiso” para sentir lo que surja, sin juzgarlo, aceptándolo. Podemos salir de lo que “debemos o tendríamos” que hacer, para cambiarlo por lo que “quiero” o “elijo”; aunque lo que elija sea lo mismo que otras veces porque no tengo las suficientes herramientas para producir un cambio, pero saber que esta vez lo “elijo yo, por ahora” y me responsabilizo, y no es una obligación que viene de afuera. Podemos darnos permiso de innovar y hacer algo distinto, como en mi caso, que nos vamos a ir con mi amigo Guille Peano y quienes se sumen a transitar, del año viejo al nuevo caminado en la cordillera.

Cada cambio de año, nos da la oportunidad de dejar el pasado en el pasado y comenzar a construir un futuro distinto, siempre teniendo en cuenta que toda acción es en el presente, que todo comienza en el aquí y ahora, basta de posponer y fantasear, la vida es hoy. Si yo cambio, todo cambia, si yo no cambio, pueden cambiar los años, pero todo seguirá igual. Les deseo, que lo que vivan, lo vivan intensamente, eso siempre es sanador!

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