viernes 19 de abril de 2024

Los amantes del control

¿Y si tanto control me lleva al descontrol? ¿Y qué pasa si suelto el control?. Lee la columna del psicólogo Gustavo Marín.

domingo 04 de septiembre de 2016
Los amantes del control

Una sociedad que cada vez se ve más comunicada, más civilizada y razonable, más científica, más coherente y por todo esto, lógicamente debería llevarnos a los humanos de este tiempo a ser más saludable, más felices! ¿Será así? ¿Ustedes creen?

Los altos índices mundiales de trastornos de ansiedad, de depresión, de suicidio, de adicciones, de intolerancia con el otro, de violencia familiar, de explotación indiscriminada del medio ambiente, nos dice que hay algo que no cierra, que nos mintieron con la maravilla del progreso y avance científico-tecnológico y nos siguen mintiendo.

Un mundo en donde vivimos a la defensiva y ahora las amenazas vienen desde adentro, desde nuestros pensamientos catastróficos, negativos, paralizantes; pero también la amenaza es real y está afuera, y viene de la guerra y el terrorismo, de gobernantes fascistas, autoritarios o gobernantes supuestamente democráticos pero corruptos que solo piensan en su propio interés y mantenerse en el poder y la comodidad.

Ante tanto descontrol. ¿Será por esto que agarro con fuerza el control remoto del televisor y no lo quiero largar? ¿Cuál es mi fantasía de control? ¿Pero para que me sirve ese control? ¿Qué creo estar controlando o aferrándome? ¿Qué imagino que pasa si me suelto?

Las contracturas, los malestares digestivos, las alergias, las cefaleas, el insomnio, el bruxismo, los ataques de pánico, todo esto se relaciona con el estrés. Y el estrés es “tensión”, es vivir alerta, acelerado, con un sinfín de actividades que me da la impresión que nunca se terminan y solo me relajo cuando fumo, cuando tomo y como hasta el límite, o me descargo con el sexo, o con el que se me cruzo en la calle o con mi pareja o con mis hijos.

Pero esa relajación es falsa, solo me produce más insatisfacción, porque solo es un parche, una curita, porque en el fondo sigo manteniendo la misma visión distorsionada de la vida: La vida es peligrosa - todo depende de mí - no es bueno confiar - todos me quieren joder - así es la vida - el dinero es el único Dios, y único camino.

La sociedad capitalista-patriarcal nos propone “recreos”, y luego de las vacaciones, luego de mi cambio de look, de pareja, de auto, vuelvo a mi misma vida de siempre, vuelvo “al control”.

No es raro que los psicólogos, los filósofos y los inquietos nos preguntemos ¿Por qué es tan difícil vivir bien? ¿Por qué es tan difícil cambiar? ¿Por qué el mundo no cambia? ¿Por qué la gente dice que quiere cambiar, y aunque sufra, no lo hace?

Porque para cambiar, tengo que dejar de ser quien soy o quien creo que soy. Para cambiar, en algún punto tengo que abandonar mi personalidad (mi ego), o producirle importantes cuestionamientos y modificaciones. Mi personalidad ligada a mi identidad es un conjunto de sentipensamientos (dice E.Galeano) que me permite reconocerme, saber quién soy. Esto me da seguridad y estabilidad, un orden a mí vida.

Pero esa personalidad va ligada a determinadas formas de comportamiento y concepciones de vida que si no son armónicas, si no me permiten fluir con la vida, termino sufriendo. Y para dejar de sufrir, tengo que salir de mis certezas, tengo que cambiar, y todo cambio es una amenaza a mi personalidad; y el cambio representa un desequilibrio en mi “sistema de creencias”, una crisis en mi vida. Mientras más estructurada sea la persona y más rígida su personalidad, tendrá más ansias de control, y más difícil se le hará cambiar.

El verdadero cambio comienza por adentro, comienza por entregarse al proceso de crisis, de no saber qué hacer, para dónde ir, que rumbo tomar, aceptar que uno no se la sabe todas y que se necesita ayuda; y aun así perdido confiar en la vida. Esa entrega es comenzar a soltar el control. Aunque la persona, acuda a los mejores psicólogos, terapeutas holísticos, psiquiatras, centros integrales de salud, si no se decide a soltar el control, nada profundo o duradero pasará. El primer paso al cambio es una “decisión personal” de soltar lo que haya que soltar.

Soltar el control es abrirse a la incertidumbre de que nada es seguro y que siempre va a pasar lo que tenga que pasar y que lo inevitable es inevitable. Que no somos el director de orquesta, solo somos un miembro más de la banda que debemos ejecutar lo mejor posible nuestra parte y con placer, eso sí.

No podemos controlar todos los aspectos de nuestra vida y la de los demás. Esto no significa que no nos pongamos el cinturón de seguridad cuando salimos a la ruta, o dejar de saber con quién se está juntando mi hijo/a, o que elija que alimento comer, o con quien compartir mi vida o decidir cambiar de canal.

No controlar, no significa retirarnos de la vida y de nuestra función como trabajador, como padre, como docente, como ciudadano. Abandonar el control, es dejar de poner resistencia a la vida, es cambiar cuando estamos sufriendo, agotados, estresados, insatisfechos. Abandonar el control es dejar de esperar que la vida sea segura y tranquila, sino tomarla como una aventura, un laberinto donde nos perderemos una y otra vez, pero confiamos que encontraremos la salida.

Abandonar el control es permitirnos tener sueños, ir detrás de ellos, hacer cosas nuevas, animarme a decir lo que no me atrevo a decir, pagar los costos por mis cambios, dejar de esperar de quedar bien con todo el mundo, dejar de ser “la buenita o el buenito”, darme permiso para equivocarme, total, igual alguien me va criticar (juzgar); la vida es una sola.

Difícil quizás que pueda cambiar el mundo, pero si puedo cambiarme a mí mismo, lo que no es poco. Y en mí puedo cambiar control por LIBERTAD. 

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