jueves 25 de abril de 2024

¿El consumo me hace feliz?

El impacto de los medios de comunicación en nuestra vida diaria. La alimentación y la publicidad.

domingo 07 de agosto de 2016
¿El consumo  me hace feliz?

En los últimos 100 años, los patrones de consumo alimentario de la población han cambiado drásticamente.

En la época de nuestros abuelos no existía la televisión, las cadenas de supermercados, los shoppings, la comida rápida, el delivery, la industria de los productos light, diet, descremados, fortificados, etc, etc. Tampoco se vivía como ahora y era muy poco frecuente escuchar sobre las enfermedades actuales, llamadas de la era moderna o no trasmisibles, como son el cáncer, diabetes 2, síndrome metabólico y obesidad.

El asunto es que estas enfermedades sí son trasmisibles en cierto modo, su forma de transmisión no es por contacto de fluidos corporales sino  a través de los hábitos, los cuales comienzan a fijarse en la infancia con el solo hecho de compartir y vivir dentro del núcleo familiar.

 Es curioso verlo así y no preguntarse de dónde viene todo esto, ¿no? O sea, por qué ahora hay tanta obesidad, por qué hay tanta comida industrializada, tanta comida rápida y tanta enfermedad metabólica evitable.

Creo que un factor de mucho peso es el impacto de los medios masivos de comunicación en nuestras vidas, específicamente los medios publicitarios. A donde quiera que uno vaya hay, por ejemplo, cartelería y disponibilidad de una bebida cola mundialmente conocida. En el lugar menos pensado. En toda pantalla o imagen disponible al público siempre habrá un momento o varios al día con publicidades de alimentos o comidas, en cines, gráficas en las calles, publicidades televisivas, en las revistas, en los colectivos, en los aviones. El bombardeo de infinidad de productos para el consumo es constante, desde los alimentos dietéticos hasta los más dañinos. Todos están allí, ofreciendo mejor status, salud, pareja, silueta, y hasta diversión si uno los llega a consumir. ¿No es absurdo?

¿Qué sucedería si dejamos de ver televisión y revistas? ¿Se imaginan qué podría suceder?

El primer cambio a notar es que nuestros niños dejarán de pedirnos cosas que no necesitan. El segundo es que gastaremos menos dinero en comprar cosas que no necesitamos. El tercero es que seguramente nuestra visión de las cosas será más objetiva. Y seguramente otro cambio  será estar más sanos, tanto física como mentalmente. Podremos hablar más en familia a la hora de sentarnos a la mesa, podremos elegir a conciencia que productos vamos a comprar para alimentarnos y si surgen  dudas podremos consultar a un especialista para informarnos en lugar de creer que porque lo dice la publicidad es cierto.

Las publicidades están armadas estratégicamente para generar una necesidad donde no la hay, para trabajar en el inconsciente de nuestra mente y lograr convencernos que eso que nos quieren vender lo necesitamos para sentirnos o estar mejor, ni más ni menos. Con esto no quiero decir que todas las publicidades sean nocivas. La clave es poder distinguir una necesidad real cuando existe y diferenciarla del deseo por consumir lo que me ofrece la publicidad casi a un nivel impulsivo.

El punto es que estamos inmersos en un sistema económico basado en el consumo y la oferta abunda más que la necesidad de consumir. Y en las ciudades esta tendencia es más visible aún. La  aparente solución que ofrece la comida rápida y el delivery no es tal.  No hay ventaja en esperar, en el costo y en la calidad nutricional de lo que estamos llevando por  el hecho de estar cansados y desorganizados como para cocinar en casa una opción más económica, saludable y que deja con el correr del tiempo la memoria en nuestra familia de los hábitos y tradiciones a perpetuar. Hábitos alimentarios que  pueden determinar si seremos individuos sanos o no en un punto.

Cada vez que nuestros niños nos pidan algún alimento que vieron en la publicidad o cada vez que nosotros mismos estemos tentados de consumir algo porque lo vimos o sentimos que nos dará, inconcientemente, esa felicidad efímera preguntémonos: ¿es real la necesidad? ¿Es real el beneficio?

Hasta la próxima

Te puede interesar
Últimas noticias