viernes 29 de marzo de 2024

Macri, el presidente huérfano

domingo 19 de junio de 2016
Macri, el presidente huérfano

“Si no se tiene un buen padre, decía Nietzsche, es necesario inventarlo.” Ése es el caso de nuestro actual presidente, Mauricio Macri.

A diferencia de Ricardo Alfonsin que no pudo hacer en política otra cosa que glosar a su padre, el refundador de la democracia, Macri tiene un padre de difíciles reconocimientos, seguramente severo, pero sin duda imposible de convertir en un modelo.

Ante esta situación de orfandad, tampoco Macri ha podido encontrar un buen padre en nuestra tradición política. Alguna alusión muy aislada a Frondizi parece decirnos que habría allí un posible linaje en el que inscribirse. Pero no ha avanzado demasiado en esa dirección. Ampliando el foco de observación, de igual modo, los seguidores de su espacio han afirmado que sus principales posiciones políticas no se inscriben en marcos ideológicos precisos. No han reivindicado en ningún momento, por ejemplo, la tradición conservadora argentina. Una figura como la del economista Federico Pinedo, abuelo del actual senador del Pro, no ha concitado ningún interés en este sentido.

Más apegado a la demanda actual de la sociedad de producir resultados concretos, el actual presidente no parece alguien interesado en producir significados. Sus acciones pretenden estar despojadas de significación. En su mundo simbólico, es más, parecen bastar unas pocas fórmulas. Escuchar y estar cerca de la gente, representar el cambio, actuar el pragmatismo que requiere nuestra época. Y sus seguidores no hacen otra cosa que repetir estas letanías como mantras.

Nada del pasado, en definitiva, requiere su atención. Como hemos aprendido del mundo de los escritores, una obra poderosa construye trasuntivamente a sus precursores. Los poemas, como nos ha enseñado Harold Bloom, no se alzan en respuesta al momento presente sino a otros poemas. O, como afirmó Kierkegaard alguna vez, quién desea trabajar engendra a su propio padre.

Ésa es la dificultad que enfrenta el presidente Macri. Cómo realizar una poderosa obra de gobierno si no encuentra en nuestro pasado grandeza con la cual medirse y enfrentarse. La débil sombra que proyectan sobre su figura los últimos presidentes argentinos no parece ayudarlo para esto. Y la orfandad que arrastra de su entorno familiar, tampoco.

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