Owen Crippa, “El Barón Solitario de los cielos”, estará en Bariloche
Una buena oportunidad para escuchar a un testigo privilegiado de la historia argentina.
El piloto naval y héroe de Malvinas, Owen Guillermo Crippa, visitará nuestra ciudad y realizará una serie de actividades comunitarias los días 6, 7 y 8 de junio próximo. Esta visita está organizada por un grupo de veteranos de guerra de la ciudad (veteranos del Teatro de Operaciones Malvinas) y por quien firma esta nota.
El día lunes 6, a las 11.00 horas, dará una charla abierta a la comunidad educativa del Centro de Educación Media N° 44, en Elordi y 2 de Agosto. El martes 7, a las18.00 horas, brindará una charla- debate en el aula magna de la universidad Fasta, en Avenida de los Pioneros 38. Finalmente, el día miércoles 8 a las 11.00hs en el gimnasio de la Escuela 343 del Barrio Unión, Crippa será el encargado de inaugurar el predio deportivo lindante a la institución, propiedad del Club Unión. El terreno llevará el nombre de Crucero General Belgrano, en homenaje a las víctimas del navío hundido durante la guerra. Crippa, quien actualmente reside en la localidad de Sunchales, Santa Fe, fue distinguido con la más alta condecoración que otorga el país: La Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate por su actuación durante el conflicto del Atlántico Sur. Esta visita es una oportunidad única para quienes deseamos escuchar a un testigo privilegiado de la historia argentina reciente, dilucidar dudas, debatir sobre los efectos actuales de las diversas políticas externas de los gobiernos nacionales y sus efectos, como así también reforzar el reclamo pacífico y democrático - en el marco de política de descolonizaciones y hermandad latinoamericana- por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. El concepto central de autodenominarse VGM (Veterano de Guerra de Malvinas) y no “ex combatientes” tiene un sentido que Owen nos recuerda: La causa por la soberanía y la lucha contra los intereses coloniales está más vigente que nunca. Desde muchos sectores políticos se ha intentado llevar a cabo una desmalvinización destinada a olvidar tanto a los caídos como a los que regresaron, ya abandonar los reclamos anticoloniales.
Crippa analiza críticamente la dirección militar de la guerra y no ha dudado decalificar como ineptos a quienes la condujeron: “No había plan de guerra, muchosde nuestros superiores ni siquiera creían en esa posibilidad. Se había planificado el desembarco y recuperación pero nada más”, y coincide en este punto con una conocida conclusión del informe Rattenbach: Gran Bretaña inició la recuperación antes de que Argentina hubiera previsto cómo defender las islas. Aquel 21 de Mayo: Para mediados de Mayo de 1982, las pistas aéreas de Malvinas habían sido alcanzadas por los bombardeos británicos. Un paisaje desolador de cráteres, escombros y aviones averiados sobre planchas de aluminio- originariamente destinadas a armar una pista- que evitaban que las naves se entierren en la densa turba. Además, pocos aviones estaban disponibles para despegar de inmediato. Mientras tanto, en inmediaciones del estrecho San Carlos, el teniente Carlos Daniel Esteban- quien con sus 115 hombres frenó durante varias horas el avance de más de 5000 ingleses. Esteban había transmitido la novedad, pero su informe no fue considerado en su magnitud por los mandos en Puerto Argentino. Crippa recibe la orden de realizar un reconocimiento de la zona aunque los altos mandos descreían de la posibilidad de un real enfrentamiento con las fuerzas inglesas, a tal punto que no le autorizaron llevar bombas para un enfrentamiento con buques y solamente cargó con cohetes y cañones, para repeler ataques de helicópteros. La acción heroica empezó, como otras tantas a lo largo de la historia, de una desobediencia: contrariando las reglas, el aviador partió solo, en su pequeña Aermacchi de entrenamiento: “salí enojado porque no me dejaron portar bombas. Trepé al único aparato en servicio, probé sistemas y despegue. Dejé atrás Puerto Argentino, volé rasante Monte Kent y en cercanías a Rincón del Zaino divisé los primeros indicios de combate: helicópteros ardiendo e infantería buscando refugio”. Cuando planificó la misión, Crippa había tomado como punto de referencia el valle del río San Carlos, pero al acercarse allí se encontró con una espesa capa de niebla que, con el efecto de los rayos del sol, provocaba una serie de reflejos que no le permitían una buena visión, por lo que decidió cambiar la dirección de ataque: en vez de entrar al puerto San Carlos por el sur, lo haría por el norte, con el sol lo más atrás posible. No encontró ningún barco en mar abierto, giró y se pegó a la costa, volando a 500 pies de altura y una velocidad de 500 km por hora, cuando estaba en cercanías de la boca norte del Estrecho de San Carlos, apareció la silueta inequívoca de una fragata. Inmediatamente, otras dos fragatas recostadas en las proximidades del Monte Rosalía, en la Gran Malvinas.
A los pocos segundos, se encuentra con un helicóptero británico que se encontraba de reconocimiento, suspendido en el aire. En momentos que sedisponía a atacar, Crippa divisa otro buque y en escasas fracciones de segundo decide ir por la presa mayor. Hizo los disparos y levantó la trompa de su avión ante la proximidad de la nave, a lo que cruzó por la popa para volver a pegarse al agua y comenzar las maniobras bruscas de zigzagueo. En ese momento comenzaron a tirarle con cañones desde un transporte de asalto tipo Fearless, que estaba a su izquierda. Al mirar hacia ese buque, vio el fogonazo y el humo característicos que se produce cuando se dispara un misil y de inmediato la estela brillante que iba dejando el proyectil a medida que se aproximaba al avión. Para impedir que le tiraran, recurrió a un arriesgado procedimiento, que consistía en meterse entre medio de los buques, que de este modo dejarían de tirar ante el peligro de impactarse entre ellos. “No fue un acto de valentía, acota, fue un acto de supervivencia, meterme entre toda la flota tuvo como propósito evitar que me cazaran como una paloma”, afirma Crippa. En efecto, los ingleses cesaron el fuego momentáneamente, pero lo reiniciaron una vez que su avión había pasado, tratando de impactarlo mientras se alejaba. Se había metido en la boca del lobo. Volando a plena potencia y esquivando como podía, tanto a los buques como a las esquirlas, que se iban formando a su alrededor, enfiló hacia Punta Federal, con la esperanza de alejarse de las unidades inglesas. Pero se equivocó: al "saltar" un cerro, en lugar de esconderse se encontró de golpe con más barcos, ubicados a su derecha, próximos a la Bahía Ruiz Puente. Repuesto de la sorpresa giró bordeando un cerro, en momentos en que las naves comenzaron a tirarle con artillería. Al pasar el cerro se planchó sobre el piso de un amplio valle que está antes de llegar a Puerto Sussex. En ese instante, un pensamiento se cursó por su mente, influido por la desconfianza que le despertaba quienes estaban al mando de la guerra: "Si voy a Puerto Argentino y digo que hay muchos buques, me van a decir que está bien, que habrá cuatro o cinco. Pero cuantos en realidad ¿cuántos había? Así que volví para hacer un croquis de la ubicación de todas las unidades navales en mi anotador de rodilla, volando a cierta distancia de la flota. Luego tuve que sortear la posibilidad de ser derribado por artillería propia como ya había sucedido, así que volé rasante en todo el regreso”. Crippa sale nuevamente al mary logra contacto con el radar para ser guiado y poder retornar. “Me alegró volver. Al revisar el avión no pude creer que no hubiera recibido un solo impacto. Estaba en perfectas condiciones. Pedí que lo recargaran lo cual no fue posible pues las herramientas habían sido destruidas en un ataque inglés. Según mi estimación, había 12 buques ingleses entre fragatas, destructores y naves de apoyo. Inmediatamente de pasado mi informe comenzaron a producirse las oleadas de A4Q, Miragge y Dagger desde el continente”, comenzando así el período más negro de las Task Force desde la segunda guerra mundial.