viernes 19 de abril de 2024

Gas: oportunidad para mejorar

La necesidad de mucha energía. La aislación térmica y los costos reales del servicio.

domingo 29 de mayo de 2016
Gas: oportunidad para mejorar

En estos días el aumento en las tarifas de gas ha sido un tema recurrente en las casas, en los medios de comunicación, en la sociedad toda. La preocupación nos invadió y no es para menos, para un sector amplio de la sociedad el gas es la energía necesaria para los actos cotidianos de nuestra vida, ya sea en nuestras casas como en hospitales, comercios, hoteles y demás.

Está en discusión el aumento, y será materia de otro ámbito corregirlo, modificarlo y adecuarlo. No obstante, para quienes trabajamos en energía desde hace mucho tiempo este aumento no nos ha tomado por sorpresa. El gas es un recurso agotable que demanda de mucha tecnología para su producción, transporte y distribución, y por lo tanto deriva en altos costos, al igual que otros recursos. La energía que contiene 1 m3 de gas es igual a la que contiene 1 litro de diesel automotor, o la que entregan 10 kWh de electricidad.

Es decir, el tema no termina con el precio, va más allá, y en este intermedio es que propongo, desde mi experiencia investigando en física de la energía, algunas estrategias y algunos cálculos para seguir conversando. Estrategias, dicho sea de paso, destinadas a las construcciones que tienen gas de red y también a aquellas que se calefaccionan con garrafas o leña.

Etiquetas para quitarse

Hay quienes se refieren a “etiquetas” para señalar conceptualizaciones  simples, cortas, basadas en parte de una verdad para enunciar un concepto que le conviene, y que generalmente no se ajusta a la realidad. Por ejemplo, hace unos días la alcaldesa de Madrid contestaba a un periodista sobre los alcances de la inversión privada en su ciudad. Dijo que por sus políticas orientadas a la izquierda “le pegaron la etiqueta”, por la cual se da por hecho que tiene mala relación con la empresa privada, y que ésta estaba emigrando a otras ciudades. Explicó que la realidad evidenciaba todo lo contrario: en su gobierno había aumentado la inversión privada, y además tiene buen trato y contacto fluido con los empresarios. De todos modos, dijo que “es muy difícil quitarse una etiqueta”, es decir, aun con la evidencia,  mucha gente sigue y seguirá pensando lo mismo.

Hoy, en la Patagonia, una variedad de etiquetas nos acosan, pero algunas de ellas pueden modificarse con estrategias no tan difíciles de desarrollar.

“Es un clima muy frío, hace falta mucha energía para mantener el confort en un edificio”. Vayamos al análisis de esta "etiqueta". La primera parte es cierta, tenemos un clima tan frío como en Suecia o Noruega, pero que necesitemos mucha energía es sólo consecuencia de la inexistencia de estrategias adecuadas, por ejemplo, aislación térmica de los edificios.

No es un dato menor que en esos otros lugares también muy fríos como Suecia o Noruega se arreglan con 5 (cinco) veces menos energía para calefacción que la que usamos en Bariloche. La clave: mejorar el abrigo de los edificios y viviendas. Por fortuna, los problemas de baja eficiencia de los edificios y alto consumo de combustibles tienen respuestas alentadoras y que nos permitirán despegarnos esa etiqueta que condena a un destino insostenible. 

Aislación térmica

Una casa puede estar muy bien hecha, ser sólida, hasta lujosa y de alto precio, pero a la vez puede ser un “colador de calor”, desperdiciando grandes aportes de energía para mantener una temperatura agradable. Un hotel de 5 estrellas puede tener los mismos problemas. Pero, ¿tenemos en el país el conocimiento y los materiales para mejorar la eficiencia térmica?, ¿cuál es el costo?, ¿es de difícil ejecución?, ¿cómo impactaría en la sociedad de Bariloche?, ¿estamos a tiempo de mejorar? Hay diversos aspectos muy importantes para ver, sobre todo si se piensa en solucionar los problemas a largo plazo, el famoso “desarrollo sustentable”. Aquí cabe señalar que este desarrollo  nunca se logrará con consumo excesivo de combustibles. Ya todo el mundo tiene claro que, sea cual sea el precio de la energía, su uso excesivo y depredador no conduce a nada bueno. Vayamos por parte.

La aislación térmica no es algo nuevo en Bariloche, ya existen muchos edificios y viviendas particulares que han incorporado diversas soluciones, y tienen consumos significativamente menores que los promedios.

En este sentido es interesante señalar que ya se han rehabilitado térmicamente casas de más de 100 m2 y que tienen consumos de gas más bajos que departamentos tipo monoambiente. De igual manera hay edificios con uso de gas en calefacción por m2 de cinco a seis veces menor que el promedio de Bariloche. Es decir que la eficiencia térmica es posible, no es magia, es inversión y trabajo.

Los materiales y su colocación

Lana de vidrio, telgopor, telas impermeables, revestimientos, soportes, la mayoría de origen nacional, se venden desde hace décadas en los corralones de la ciudad. La colocación de revestimientos para proteger las paredes se ha hecho popular en Bariloche, usando siding o chapa sobre soportes de metal o madera. Estos materiales no son aislantes térmicos; sin embargo, la cámara de aire que queda en su colocación ayuda un poquito a la conservación de energía del edificio. Una buena aislación térmica implica una inversión y un trabajo muy similar a la colocación del revestimiento: solamente hay que agregar un aislante del mayor espesor posible en el espacio de aire que se encuentra entre el siding y la pared. Es decir, llenar el espacio de aire con material liviano poroso aumenta muchísimo la capacidad aislante, y esto conduce a menor pérdida de energía y menor consumo de gas. Para nuestro clima y para el estado actual de las construcciones, incorporar 6 cm de aislante produciría un cambio enorme en los consumos de energía. En los revestimientos habituales, esto se logra simplemente reemplazando el perfil omega habitual por uno de 7 cm (solera y montante les llaman), en donde caben justo 6 cm de telgopor y queda además una cámara de aire de 1 cm. Este es un ejemplo práctico de que el costo no es el limitante para la mejora térmica de un edificio. Cuando se coloca siding, incorporar aislante térmico subiría el costo en no más del 10% al 15%. 

El costo principal está en el revestimiento, la mano de obra, los andamios, la pintura, y los soportes. El costo principal no está en el aislante, no está en la eficiencia; por lo contrario, la eficiencia bajará los costos en combustibles y en artefactos. Su beneficio es enorme, y el primer paso a dar es no entregarse derrotado a la etiqueta del clima. En regiones frías, lo más conveniente es poner los aislantes térmicos por fuera, porque de esta forma se preserva y aprovecha el calor acumulado en las paredes. Poner aislantes por fuera, como abrigos, facilita el trabajo y no interrumpe la vida cotidiana del edificio o vivienda.

En estos días en el mercado hay materiales importados más sofisticados, de alto precio, con propiedades aislantes adicionales a los materiales locales. De todos modos, esos materiales están diseñados para una etapa más avanzada en el mejoramiento del edificio, y sus ventajas no serían visibles en una primera etapa de mejora. La física de la transferencia de calor muestra que los primeros centímetros de aislantes térmicos son los que producen los mayores cambios. Esos primeros centímetros de aislante son los que permiten que al tocar una superficie interna de la casa no se sienta fría. Para más detalles técnicos puede verse en libre acceso el libro “Casas confortables con mínimo uso de energía”, http://eficienciapatagonia.blogspot.com.es/, o me lo piden por e-mail y se los envío gratis en pdf (es gratis porque lo escribí en mi horario de trabajo como investigador en CONICET, un empleo estatal).

Vemos en Bariloche que prácticamente todos los trabajos de revestimientos en edificios se han realizado sin incorporar aislantes, posiblemente por  la ausencia de información y de promoción de la eficiencia. No obstante, por fortuna, estamos a tiempo. Los revestimientos se colocan con tornillos, pueden quitarse y modificarlos para albergar los “abrigos” que evitarán consumir tanta energía. No se sienta mal vecino, no es culpa suya. Nadie le dijo qué era lo mejor para su siding y para bajar su consumo de gas, sino que se le ofreció, por muchos años, el alto consumo a muy bajo precio. El problema de esta solución efímera es que hay límites: por un lado, en la provisión de un recurso agotable, y por otro, en la asignación de recursos económicos públicos para mantener altos subsidios, dirigidos tanto a los consumidores como a las empresas involucradas, los cuales se asignan quitando apoyo a otras áreas de necesidad. Este último es un aspecto importante en justicia energética, porque un amplio sector está desconectado de la red de gas, excluido de un beneficio por el que está obligado a hacer un aporte a través del dinero público.

La comunidad de Bariloche se beneficiaría muchísimo de la puesta en marcha de obras de aislamiento térmico. Daría gran impulso a la mano de obra local, al comercio, a la industria de aislantes térmicos, a la de revestimientos, y a la vez proyectaría el ejemplo hacia otras comunidades. Bariloche tiene centros de investigación, universidades, escuelas técnicas, muchísimos profesionales y trabajadores muy calificados en la construcción. Sería muy triste que estas fuerzas creativas y productivas se pierdan en reclamos de mayores consumos de combustibles baratos, en lugar de contribuir con su conocimiento a la solución definitiva de cómo abrigar los edificios para evitar el frío. En mi opinión, debería haber subsidios, pero no para quemar gas en grandes cantidades, sino para la mejora térmica de los edificios de quienes no puedan pagar los arreglos.

Sobre los costos reales del gas

Recientemente, he leído en un medio de comunicación la publicación del vicerrector de la UNRN, Roberto Kozulj. Allí se publicó una explicación sobre el nuevo precio del gas, sugiriendo altas ganancias para algún posible sector involucrado. El cálculo se basó en el precio en boca internacional de pozo del gas (llamado Henry Hub), más algunos gastos de transporte, pero, a mi entender,  se omitieron las condiciones particulares de Argentina y todos los gastos de distribución, mantenimiento e impuestos, los cuales son muy importantes en la cuenta final. Por ejemplo, ¿dónde está Camuzzi en ese costo?, ¿dónde están los impuestos?, ¿dónde está la diferencia entre el Henry Hub y nuestro costo nacional preferencial?

Tres países con precios muy bajos del gas, México, Canadá y EE.UU, que realmente tienen como base el precio en boca de pozo internacional Henry Hub, cercano a USD 2/ por cada MBTU (millón de BTU, unidad energética inglesa, en gas equivale aproximadamente a la provisión de 27 m3), terminan en precios residenciales cinco veces más altos que el Henry Hub, cercanos a USD 10 /MBTU. Esto, traducido a $ y m3 resulta en $5,60 /m3. El lector puede chequear esta info en www.iea.org, descargando gratis el manual “Key World Energy Statistics 2015”, en donde también encontrará los precios residenciales de otros 27 países para comparar. México, EE.UU. y Canadá son los más baratos en gas residencial ($5,60/m3), y los más caros llegan a $23/m3 (Suecia). El precio del gas natural residencial en Chile es de $16/m3, lo cual es USD 28/MBTU, 14 veces más que el comparado con los USD 2 del Henry Hub, con el cual no tiene nada que ver porque es gas importado por barco y no de pozo.

De la misma manera, en las cuentas para Argentina no hay que tomar sólo el famoso Henry Hub, porque 20% del gas quemado aquí se está importando, a valores muy superiores a esos de referencia internacional. Sería como decir que la nafta debería costar $ 6/litro tomando el precio internacional del petróleo y costos parciales entre boca de pozo y consumo. De hecho, hoy la nafta en EE.UU cuesta $8,40 /litro y en Europa $18 /litro; porque son distintas realidades socioeconómicas. Es importante notar que los argentinos pagamos más por el gas y el petróleo propio (consecuencia también en naftas) para evitar despidos y cierre de empresas que están afectadas por la baja de precios internacionales. De la misma forma, cuando el petróleo estuvo carísimo pagamos menos porque se fijó un precio de petróleo local menor para no impactar en el resto de la economía.

La relación de precios de gas entre residencial y producción es alta en todo el mundo, porque la distribución es cara. Hay muchas manos, mucha gente cobrando un salario, muchas máquinas, mantenimiento, millones de km de caños enormes y plantas reguladoras de presión y equipos de bombeo, impuestos, ayudas y derechos regionales, entre otros. En cuanto a los aumentos actuales, hubiese sido mucho más aliviado que en los últimos 15 años el precio de la energía se hubiese corregido año a año por la inflación, y que los sectores desconectados de la red hubiesen recibido compensaciones por sus aportes. Pero la realidad fue otra, y ahora nos vemos afectados por tensiones económicas y sociales que de otra manera no hubiesen existido.

“Abra la ventana”

Por otro lado, cuando el precio es muy bajo no se valora el producto. Como anécdota cuento que  muchas veces, acompañando a visitantes extranjeros a sus hoteles, me pidieron que reclame a los conserjes por el excesivo calor de la habitación, y pregunté cómo regular la calefacción. La respuesta fue única: “no, no regula, abra la ventana”. En hoteles céntricos, junto a los ascensores también he encontrado ventanas abiertas hacia el norte ventoso en pleno invierno, porque en el pasillo era insoportable el calor. El desperdicio del recurso energético muy barato existe, es una realidad. 

Los investigadores debemos trabajar para buscar y demostrar la verdad. No está mal buscarle la pata política, eso es positivo, pero debe hacerse con datos verdaderos, comprobables, sino corremos el riesgo de ser cada vez más un país dirigido por opiniones apasionadas, lo cual ya se sabe de memoria que no conduce a nada bueno. 

Otra información errónea que leí en algunos comentarios es que el gas que ahora se compra de Chile es tercerizado desde Shell, cuyo nombre se liga al ministro de energía Aranguren. Esto es falso. El Ministerio de Energía de Chile informa en su web que el gas proviene de Engie, una empresa franco-belga de la cual tiene propiedad mayoritaria el estado de Francia, y de la cual Shell no participa (www.engie.com).

Insisto, es muy importante decir la verdad. La energía es un tema tan sensible como la vida misma, y más aún el gas natural, que es un recurso que beneficia a una parte de los argentinos, con la contracara que la parte de los habitantes excluidos del beneficio también paga los subsidios.

A modo de conclusión

En todo caso, una buena conclusión de estas reflexiones sería: aprovechemos la oportunidad. Comencemos trabajando para mejorar la eficiencia térmica de nuestras casas y edificios, eso resolverá muchos problemas al mismo tiempo.

Es una realidad que con técnicas accesibles y mejoras moderadas se puede bajar fácilmente el consumo a una tercera parte del actual, para una misma temperatura de confort interior. Con esos ahorros podremos eliminar la importación por barco, y otra vez dar vuelta el sentido de circulación en el caño hacia Chile, volviendo a exportar a buen precio nuestro gas excedente. Con esos recursos se podrían atender necesidades de mejoras en viviendas de los excluidos del gas natural, y de quienes no puedan pagar las rehabilitaciones térmicas.

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