miércoles 24 de abril de 2024

Gasoductos y aislación térmica

domingo 13 de marzo de 2016
Gasoductos y aislación térmica

Nuevamente, como en años anteriores, reflotan los reclamos por la ampliación de los gasoductos que llegan a Bariloche. Esos gasoductos ya fueron ampliados varias veces. Se instalaron nuevos caños, se cambiaron otros por más grandes, y sin embargo, no alcanza. De alguna manera, al final del caño hay bocas insaciables, como un dragón gigante que no se satisface con ninguna cantidad de gas que le llegue.

Hay dos factores en la ecuación de consumo. La cuenta es sencilla, basta multiplicar N por C, donde “N” representa cuántas casas hay, y “C” cuánto se consume por casa. El reclamo por el gasoducto se basa en el primer factor, “somos más, necesitamos más gas”. El segundo factor (C) está muy relacionado a la visita del intendente Gennuso al congreso sobre eficiencia térmica en EE.UU.  

En Bariloche, los que tienen el privilegio de contar con gas natural lo consumen en cantidades enormes, pero como representa pocos $$ no están conscientes ni de las cantidades ni de las consecuencias.  En invierno, una cuenta típica de gas de una casa promedio en Bariloche es cercana a 600 m3 por mes. Le pido al lector que busque su factura de gas y lea el consumo en las barras elevadas de los bimestres de invierno, ¿es mucho, es poco? En dinero es poco, es lo que cuesta una promo de dos hamburguesas y una gaseosa de litro. Pero si lo medimos en energía neta utilizable es una cantidad increíble: 600 m3 de gas natural por mes corresponden a 600 litros de diesel, o a 700 litros de nafta súper, o a 460 kg de gas envasado, es decir a 46 garrafas de 10 kg (¡¡1 garrafa y media por día para ese mes de invierno!!). Puesto en unidades de energía, cada m3 de gas entrega 11 kWh de energía, entonces los 600 m3 de gas natural proveen 6600 kWh. Aquí le pido al lector que acuda a su factura de luz y compare cuánta energía recibe por mes en electricidad y cuánta en gas. Para satisfacer los grandes consumos que requiere la mala calidad térmica actual, reemplazar el gas natural subsidiado conduce a facturas energéticas de más de $5.000 por mes en invierno.

Las cuentas en $$ están distorsionadas por los subsidios, y nos sitúan en un mundo de fantasía. Los años de acostumbramiento nos hicieron creer que los duros inviernos patagónicos sólo pueden sostenerse abasteciendo con mucho gas las bocas del gran dragón.  Sin embargo, cuando analizamos los consumos en unidades de energía, la realidad nos muestra dos hechos contundentes: uno, que los consumos excesivos se usan para resolver la mala calidad térmica de la construcción, quemando un recurso natural valiosísimo; y dos, que los subsidios crearon una enorme injusticia con los que no están conectados, quienes a su vez deben pagar con sus impuestos y carencias el privilegio de los que consumen gas natural barato.

Parece que el intendente Gennuso conoce esto, porque su visita a EE.UU. apuntó a conseguir fondos para aliviar la situación de los más vulnerables. Hace años que se pide por más gasoductos y la situación no mejora, creando más privilegios y más desigualdades. El intendente está mostrando el camino correcto, y focalizando en los sectores que merecen un resarcimiento por haber sido excluidos, y por haber contribuido con sus carencias a la fiesta energética. Es posible que, así como se pide ampliación del gasoducto para ampliar privilegios, en algún momento se pidan subsidios que paguen las rehabilitaciones térmicas de todas las construcciones. En ese caso la respuesta debería ser clara y amable: “les dimos enorme cantidad de dinero en subsidios al combustible, ahora por favor corresponde que cada uno ponga el hombro y se haga cargo de la calidad térmica de sus edificios”.

El precio del gas es un tema importante y de alguna manera hay que resolverlo. Por ejemplo, por el gas importado, a Bolivia se le pagan 4 pesos por m3 de gas, cuando en Bariloche pagamos entre 0,10 y 0,40 centavos por m3. La enorme diferencia la pagan entre todos los argentinos, tengan o no provisión de gas natural. Tarde o temprano tendrá que ser como en cualquier otra parte del mundo, en donde el gas tiene precio similar o algo menor a los demás combustibles.

Soluciones permanentes

Históricamente, se reclamó por los gasoductos y por los subsidios, pero nunca se pensó en la forma de contrarrestar y  brindar estrategias para mejorar la calidad de vida y optimizar el uso del recurso. La solución definitiva pasa por mejorar la eficiencia con que se usa el gas en cada boca de consumo: casas, hoteles y edificios públicos. Usar mejor el recurso es el factor largamente olvidado, y que, paradójicamente, está ligado en forma estrecha a una palabra de moda, ‘sustentabilidad’. No puede haber sustentabilidad sin eficiencia.

Pero, ¿es cierto que la aislación térmica bajará el consumo de gas? Sí, muy cierto, y ya muy comprobado en la práctica, no es teoría, es realidad. Primero, hay que entender que eficiencia es necesitar menos recursos para obtener el mismo confort. Eficiencia no significa disminución de consumo por ahorro, sino mejor aprovechamiento del recurso.  Todos los materiales para realizar una buena aislación térmica están a la mano en cualquier corralón de Bariloche, además son de fabricación nacional, y en algunos casos con las industrias radicadas en nuestra provincia. El costo es bajo y comentarlo requiere un párrafo aparte.

Abrigar las construcciones

En lo básico, una aislación térmica es un abrigo, como una buena campera para invierno. La capacidad para aislar del frío depende del aire atrapado por el material y por el espesor que se use. Para contar con un buen abrigo, un techo en Bariloche no debería tener menos de 15 centímetros de aislante térmico, ya sea lana de vidrio o telgopor, o no menos de 25 centímetros si se usara viruta de madera o cartón. De la misma manera, las paredes no deberían tener menos abrigo que 5 centímetros de lana de vidrio o telgopor, y colocado de forma continuada para que no existan fugas de calor. Debajo de los pisos sería muy conveniente poner aislantes, por ejemplo 15 o 20 centímetros de piedra pómez o arena volcánica, y las plateas de hormigón no deberían salir del perímetro de la pared.

El lector puede observar las construcciones que tiene cerca y notar que la mayoría tienen las plateas de hormigón saliendo en veredas al exterior. Esas veredas son aletas refrigeradoras, se enfrían en el exterior y sacan calor directamente del piso y paredes de la casa, por esta razón los pisos son helados en Bariloche. Las veredas están bien, protegen de la lluvia, pero deben hacerse desconectadas térmicamente de las paredes, por ejemplo interrumpiendo el paso del calor con varios cm de aislante.  Una aislación térmica moderada es más o menos como la que describo aquí, y conduce sin mayores esfuerzos a reducir a la mitad el consumo de energía en calefacción. Para el promedio de viviendas en Bariloche, con una rehabilitación térmica moderada la reducción por mayor eficiencia sería de unos 2000 m3 por año por usuario. Quiere decir que con esa reducción no haría falta ninguna ampliación de gasoducto, y más aún, es probable que el gas sea suficiente para abastecer a aquellos sectores que hasta ahora han sido excluidos.  

No es este el ámbito para un escrito técnico, de todos modos hay muchos profesionales en Bariloche que conocen del tema, y los trabajos son sencillos. Sí es importante insistir acerca de  la conveniencia económica, social, y ambiental del aislante térmico. Cuando se tiene una aislación térmica moderada, la necesidad de artefactos de calefacción disminuye a la mitad, de lo contrario se instalarán aparatos que no se utilizarán porque la casa pierde poco calor. Esto es un ahorro inicial que descuenta del gasto de los aislantes.

Otro factor de ahorro inicial son los revoques. Como el mejor resultado para paredes se tiene con el aislante térmico por fuera de la casa, entonces no es necesario realizar revoques costosos. En la operación de los calefactores, una casa con aislación térmica moderada tarda varios días en enfriarse, y entonces se pueden apagar los equipos de calefacción en noviembre y encenderlos nuevamente en mayo, esto también ahorra en menos uso y menos mantenimiento. Si se instalan calderas, los cálculos que aparecen en los catálogos de venta deben ser revisados, en general se requiere el menor tamaño de caldera y la mitad de radiadores de lo que dicen los cálculos convencionales, los cuales se realizaron en base a construcciones ineficientes. A nivel país, la reducción en consumo de gas por mayor eficiencia nos puede situar, como en el pasado, otra vez como exportadores de energía, con lo cual las cuentas públicas estarían mejor.

En lo social, se movilizarían fuerzas de trabajo y negocios, a nivel local, regional y nacional. Sin duda estas  fuerzas contribuirían en la dirección de potenciar los resultados en otras áreas. Se contribuiría además a reducir la brecha de privilegios aumentando las bocas de consumo de gas natural por red, que es un recurso cómodo y económico para el usuario, aun cuando el precio fuese el correcto sin subsidios. El impacto ambiental de la aislación térmica es enorme. Por ejemplo, para visualizarlo, la reducción de consumo estimada en 2000 m3 por año por vivienda corresponde a 20.000 klómetros de uso de un automóvil promedio. En otro ejemplo, es común acusar al cemento de alto impacto ambiental, sin embargo, producir y transportar hasta Bariloche todo el cemento de una casa de 100 m2 requiere el equivalente a 1200 m3 de gas, esto es menor a la reducción por eficiencia que se consigue en un año.

Oportunidades para mejorar

Por suerte hay mucho por hacer para mejorar la mala calidad térmica. Las cuestiones técnicas son simples y no presentan ningún problema. Las barreras principales están en la falta de conciencia, y en el acostumbramiento a resolver los problemas térmicos con consumo de energía artificialmente barata, y no con inversiones permanentes que ayudan a la sustentabilidad. Un ejemplo de la falta total de conciencia se observa en las instalaciones de siding. Nótese que es muy raro que se coloque aislante térmico entre el siding y la pared, a pesar de que el 90% del gasto ya se realizó en el revestimiento, y agregar lana de vidrio o telgopor sumaría menos del 10% del costo, aunque con beneficios enormes.

Hace 12 años estudio este tema en Bariloche, y he realizado difusión dictando cursos, talleres, conferencias, y he asesorado gratuitamente a los vecinos que lo solicitaron. Ojalá que esta iniciativa del Ing. Gennuso se propague en forma voluntaria a los sectores que cuentan con capacidad económica para asumir la  mejora en eficiencia térmica de sus construcciones, no sólo de las nuevas sino las existentes que son mayoría. Si varias de estas iniciativas coinciden, tal vez en el futuro nuestro orgullo sea no necesitar más ampliaciones del gasoducto.

Te puede interesar
Últimas noticias