viernes 19 de abril de 2024

VIDA SALUDABLE

Guillermo, el barilochense que corre con sandalias

Tiene 29 años y desde 2013 participa de importantes competencias en montaña. Asegura que el uso de sandalias “es mucho más saludable”. No te pierdas la galería de fotos.

sábado 12 de marzo de 2016
Foto: Patricia Caviglia.

Por Nicolás Malpede


Guillermo Comba describe con admirable pasión las ventajas de sus sandalias minimalistas. Orgulloso, explica cómo se pueden confeccionar de manera artesanal e insiste en lo favorables que son para la salud física. Las utiliza desde hace ya varios años. Con ellas camina, trota, corre y compite en complejas competencias de montaña. A esta altura, les tiene cariño.

Guille, como le dice la mayoría, tiene 29 años y un cuerpo imponente. El 1,94 de altura y los 90 kilos lo dicen todo y no dejan mentir. En 2013 adoptó a Pocho, un bello y elegante cachorrito Galgo color negro. Probablemente cuando decidió brindarle un hogar no imaginó que aquella mascota le iba a cambiar la vida. Es que el perrito fue la motivación justa para empezar a salir a trotar. “Pocho tenía mucha energía y por lo tanto era necesario que hiciera alguna actividad”, recuerda Guille.

En ese entonces el joven sentía un fuerte dolor en la rodilla cada vez que trotaba. Era un malestar difícil de sobrellevar. Una piedra en el zapato. Una molestia que no lo dejaba disfrutar plenamente de las salidas con Pocho.

”Empecé a indagar en sitios web especializados en calzados para ver si eran las zapatillas las que me producían ese dolor, porque me llamaba mucho la atención que cuando practicaba karate descalzo no me molestaba la rodilla a pesar de ser éste un deporte en el que el pie sufre mucho impacto, con movimiento constante”, cuenta.

La llegada de Pocho y la molestia física fueron dos señales que Guillermo no pasó por alto. “Cambié el calzado para ver qué pasaba. Fui al taller de mi viejo, agarré una plancha de goma del tamaño de la planta de mi pie, le hice tres agujeros (dos a la altura del tobillo y uno donde va el dedo gordo), le pasé un pedazo de soga y listo: ya tenía mis sandalias minimalistas”, relata el joven, quien ese mismo día empezó a caminar y trotar con su nuevo y exótico calzado.

Foto: Patricia Caviglia

ANB: ¿El dolor en la rodilla siguió o desapareció?

G: Desapareció totalmente. No tuve más dolor. Es que la amortiguación que generan las zapatillas tradicionales y el soporte del arco son muy perjudiciales para el cuerpo, principalmente para las rodillas. Con mis sandalias, los pies ya no estaban insensibilizados y apoyaban en el piso de una mejor manera. Con sandalias, el impacto es sobre la parte central de la planta o en la punta del pie y no en el talón.


En medio de la charla con ANB, Guille se encarga de aclarar que no es médico ni especialista en el tema. “Lo que cuento lo sé por lo que averigüé en sitios oficiales sobre sandalias minimalistas y por mi experiencia personal”, informa.

ANB: ¿Cuáles fueron las principales diferencias que notaste desde que comenzaste a correr con sandalias?

G: Noté que el pie se desenvolvía con sus propias capacidades, sin obstáculos de ningún tipo. Empecé a apoyar bien, sintiendo el impacto contra el suelo, porque ya no estaba esa amortiguación que provocan las zapatillas que en muchos casos afecta. El pie empezó a trabajar mejor, sin las cadenas del calzado convencional.

Meses después, Guille cambió sus sandalias de fabricación casera por unas con más resistencia. “Las compré por Internet y me costaron unos buenos dólares”, confiesa, y larga una carcajada.

Desde 2013 hasta hoy Guille usa sandalias para entrenar y para competir en carreras de montaña. Cuando se las puso por primera vez, dudó si sería óptimo utilizarlas para tal fin. El tiempo, despejó sus dudas.

Ya corrió los 50 kilómetros del North Face (debió transitar el circuito con nieve), la 4 Refugios 2015 y 2016 (este año quedó 12º), la Corre Cax y el Desafío Cajón Negro.

”El año que viene voy a tratar de quedar entre los primeros diez en la 4 Refugios”, dice, y agrega que para eso seguirá entrenando duro.

El deportista todas las semanas sale a trotar con Pocho y un grupo de amigos. El recorrido siempre es el mismo: parten del kilómetro 5 de la avenida Pioneros y llegan hasta el centro.

”A Pocho le debo mucho. Fue mi motivación para empezar a correr y desde que lo adopté no paré de hacerlo”, remarca el joven. ”Con las sandalias no tuve más dolores. Obviamente, a veces me golpeo los pies con piedras o me raspo, pero son gajes del oficio. Nada serio. Además, ir a la montaña implica estar en contacto con el entorno. Conectarse con la actividad y sentir cada movimiento, lo cual con zapatillas es muy difícil de lograr. Yo no me compré las zapatillas de moda. No les hice caso a las propagandas y fui probando y escuchando lo que el cuerpo me decía”, añade.

”Voy a correr muchos años más y seguiré entrenando con Pocho al lado, y obviamente con mis sandalias. Probé todo tipo de calzado y sin embargo las sigo eligiendo”, sostiene.

ANB: El clima barilochense no es el más apropiado para andar en sandalias…

G: ¡Claro que no! (risas). Si el tiempo fuera otro las usaría todo el año, pero con el frío que hace esto es imposible.

ANB: Le debés mucho a Pocho.

G: Sí, muchísimo, porque me obligó a empezar a correr. Es un grande Pocho. (ANB)

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