viernes 19 de abril de 2024

Gustavo Musko, un poeta sin techo

Escribe desde los 14 años, pero recién se atrevió a compartir sus poemas en el boletín del Hogar Emaús, donde convive con más de 40 personas en situación de calle. “Esta es mi forma de decir, de expresar mis sentimientos”, explicó.

lunes 12 de octubre de 2015
Gustavo Musko, un poeta sin techo
Manos en los bolsillos y mirada esquiva. Tal vez nervioso por la presencia de cámaras, autoridades y periodistas, pero de pie y prolijamente peinado para la ocasión, recibió a cada uno de los lectores que se acercaron a la feria del libro independiente inaugurada el viernes en el SCUM. Sobre la mesa, un centenar de ejemplares de “Cinco raíces, un espejo”, su flamante y primer libro, recién salido de la Editora Municipal. Detrás, cada uno de los boletines del Hogar Emaús en los que comenzó a publicar sus poemas.

“Estoy sufriendo anorexia de fantasías y pánico neuronal de vejez prematura. Una demencia exquisita, burbujeante. Autodestructiva”, compuso Gustavo,  en su poema “turno”. Un fragmento que  ratifica la valoración que él hace de su obra: “Le escribo a las frustraciones, a las cosas que no se dan en la vida, a los amores, a la locura que uno lleva adentro”.

Al indagar sobre su historia, su mirada ya no esquiva. Es profunda, directa. Es una introspectiva reflexiva que lo desnuda. Una mirada que dice mucho más de lo que cuentan sus labios. Que  permite vislumbrar golpes y tropiezos de este barilochense de 41 años, pero también rodillas cansadas de levantarse una y otra vez. “Tuve un hijo, planté un árbol y escribí un libro, así que en una parte me siento realizado y me pone muy contento”, sintetizó. Luego, compartió: “No tengo familia y debido a situaciones de la vida, me ha tocado vivir en Emaús, donde tengo una familia muy grande”. 

En el Hogar para las personas en situación de calle, se vive una lucha cotidiana contra el consumo problemático de alcohol. Gustavo entiende a las adicciones como la imposibilidad de decir: “Esta es mi forma de hacerlo, de expresar las cosas. Para no quedarme con la adicción adentro, la mejor forma es escribir”, transparentó, explicando que “los sentimientos a veces se llevan muy adentro y uno busca la mejor forma de expresarlos: algunos hacen cuadros, música... yo los hago poemas. Es una forma de despegarme de las cosas”.

Conviviendo con 40 compañeros de ruta, cuando tiene el impulso o la necesidad de escribir, elije una plaza. Siempre la misma. “Es alejarse un poquito del mundo. Sentarse. Pensar las cosas.  Y el  poema puede escribirse en 5 minutos, en una semana o un mes”.

El fruto de sus pensamientos -de algunos que atesora en viejos cuadernos y otros más recientes- está plasmado en su primer libro editado por el municipio. En su sintético pero atrapante prólogo, la pluma de Gustavo invita:“Mis palabras no se fueron con la brisa y quisieron sumergirse en algunas páginas. Aquí los versos que fueron sangre, lágrimas, alcohol, sueños, amores bipolares. Los sentimientos con sus alas, con su placenta. Palabras sencillas para las diferentes caras que en un espejo reflejan cada una de mis vivencias”.

Su libro está disponible, en forma gratuita y junto a numerosas publicaciones de escritores locales y editoriales independientes, en la feria de la Fiesta de la Palabra.
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